Luego que se traslucieron en Cordoba las clausulas de este
tratado, el P. Barreda, provincial entonces, reunio una consulta
para exponer al Virey y a la Audiencia los perjuicios que se
inferian a los derechos de la Corona, de la Compania, y de los
pueblos. El P. Lozano, que fue encargado de redactar este
oficio, nada omitio para producir el convencimiento, y el P.
Quiroga, que disfrutaba del concepto de gran _cosmografo_, formo
un mapa, en que (segun se dijo) desfiguro el terreno, para hacer
mas irresistibles los argumentos de los consultores.
Estos manejos, y el poder de los PP. Misioneros sobre sus
neofitos, los expusieron al cargo de haber fomentado, o
favorecido la insurreccion de los indios. Concurrian a acreditar
esta especie los sucesos del Para y del Maranon, donde un
comisario del Rey de Portugal, en circunstancias identicas,
hallo los mismos obstaculos en el norte, que Valdelirios y
Freyre en el sud. No se llego a empunar las armas, porque no
habia pueblos que ceder, ni territorio que evacuar; pero se
negaron los auxilios, se trabaron las operaciones, dejando
yermos los parages por donde debian transitar los demarcadores.
Funes, que registro los archivos del vireinato, refiere, que en
la entrevista que tuvo el capitan Zavala con el cacique _Sepe
Tyaragu_ en el pueblo de San Miguel, dijo este "que circulaba en
aquellos pueblos una carta del Gobernador de Buenos Aires,
dirigida al Superior de las Misiones, ordenando a los indios _el
empleo de la fuerza_ en defensa de su territorio, y a no
permitir la entrada a ningun portugues: enfin, que _aquellas
eran las instrucciones que tenian de sus doctrineros_."[1]
Esta declaracion se halla confirmada en varios lugares del
diario de Henis, que descubren el error en que vivian los PP.,
que "los indios harian un gran servicio al Rey, si se defendian,
oponian y resistian con todas sus fuerzas, mientras llegaba de
Europa la providencia que se esperaba."[2]
En el mismo sentido se expresaba el P. Ravago, confesor del
imbecil Fernando VI, asegurando al Superior de los Misiones, que
el Rey, victima de las intrigas de su consejero Carvajal, autor
del tratado, no se le habia opuesto hasta entonces por
pusilanimidad e ignorancia.
Entretanto la insurreccion, que cundia en los pueblos de
Misiones, no dejaba mas arbitrio que el de la fuerza para
sofocarla. En una junta que se celebro en la i
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