r sentido que los viejos,
porque no atienden mas que a sus sentimientos.
Contaba una criada de mi casa, la _Inure_, que un indiano rico de su
pueblo, ex negrero, que estaba muy incomodado porque su hijo queria
casarse con una muchacha pobre, hizo a la chica esta advertencia:
--Yo, como tu, no me casaria con mi hijo. Ten en cuenta que yo he sido
negrero y que en mi familia ha habido dos personas que fueron ahorcadas.
--Eso no importa--contesto la muchacha--. Gracias a Dios, en mi familia
ha habido tambien muchos ahorcados.
Realmente, esta muchacha discurria muy bien.
IV
LA CASA DE MI ABUELA
Mi madre y yo viviamos en una casa solitaria, a un cuarto de hora del
pueblo, al lado de la carretera. El sitio era alto, claro, abierto y
despejado.
La casa tenia balcones a tres fachadas. Desde alli dominabamos toda la
ciudad, el puerto hasta la punta de la atalaya, y el mar. Veiamos, a lo
lejos, las lanchas cuando entraban y salian, y por delante de nuestra
casa pasaba la diligencia de Elguea, que se detenia en la fonda proxima.
En el mirador central de esta casita nuestra, transcurrieron los
primeros anos de mi infancia.
Los dias de temporal, mas que una casa, parecia aquello un barco; las
puertas y ventanas golpeaban con furia, el viento se lamentaba por las
rendijas y chimeneas, gimiendo de una manera fantastica, y las rafagas
de lluvia azotaban furiosamente los cristales.
En la casa viviamos tres personas: mi madre y yo, y la vieja que habia
sido nodriza de mi madre, a quien llamabamos la _Inure_. Me parece que
estoy viendo a esta vieja. Era flaca, acartonada, la boca sin dientes,
la cara llena de arrugas, los ojos pequenos y vivos. Vestia siempre de
negro, con panuelo del mismo color en la cabeza, atado con las puntas
hacia arriba, como es uso entre las viudas del pais.
No creo que la _Inure_ llegase a decir dos palabras seguidas en
castellano; pero, en cambio, se expresaba en vascuence con una rapidez
vertiginosa, en tono de persona que reza.
La _Inure_ tenia una hermana, la Joshepa Inashi, que era, al mismo
tiempo, cerora de la iglesia y mujer del sacristan. La Joshepa Inashi
vivia en una casa antigua y negra, proxima a la parroquia y dependiente
de esta. Como el sacristan era un simple, la cerora disponia lo que
habia de hacerse en los altares y color de las casullas. Constantemente
estaba consultando el analejo. Cuando yo iba a casa de la Joshepa
Inashi, con la _Inure_, soliamos meterno
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