n mentir, si era para mayor
gloria de su familia.
De vivir hoy, icomo se hubiera indignado la buena senora con las ideas
del medico joven que tenemos en Luzaro! Este medico es hijo de un
camarada de mi infancia, del piloto Jose Mari Recalde.
Nuestro joven doctor se entretiene ahora en medir craneos; se ha metido
en el osario del Camposanto, y alli anda, ayudado por el enterrador,
llenando de perdigones las venerables calaveras de nuestros antepasados,
pesandolas y haciendo con ellas una porcion de diabluras.
Recalde tiene talento, ha estado en Alemania y sabe mucho; pero yo, la
verdad, no creo gran cosa en sus afirmaciones.
Segun el, en la raza blanca no hay mas que dos tipos: el cabeza redonda
y el cabeza larga: Cain y Abel.
El cabeza redonda, Cain, es violento, orgulloso, inquieto, sombrio,
minero, aficionado a la musica; el cabeza larga, Abel, es tranquilo,
placido, inteligente, agricultor, matematico, hombre de ciencia. Cain es
salvaje, Abel, civilizado; Cain es religioso, fanatico, reaccionario,
adorador de dioses; Abel es observador, progresivo, no le gusta adorar y
estudia y contempla.
Para Recalde, yo soy todo lo contrario de lo que era para mi abuela.
Segun el doctor, la sangre de los Aguirres me ha estropeado; sin la
nefasta influencia de esa raza violenta de Caines de cabeza redonda, yo
hubiera sido un hombre de un tipo admirable; pero esa sangre inquieta se
ha cruzado en mi camino.
--Usted--me suele decir Recalde--es uno de los tipos verdaderamente
europeos que tenemos en Luzaro. Su abuelo, el suizo, debia ser un
dolicocefalo rubio, un germano puro sin mezcla de celta ni de hombre
alpino. Los Andias son de lo mejor de Elguea, del tipo iberico mas
selecto. iLastima que se cruzaran con esos Aguirres de cabeza redonda!
--No te preocupes por eso--le suelo decir yo, riendo.
--iNo me he de preocupar!--replica el--. Si usted fuera uno de esos
barbaros de cabeza redonda como mi padre, por ejemplo, yo no le diria a
usted nada; pero como no lo es, le recomiendo que tenga usted cuidado
con sus hijos y con sus hijas: no les permita usted que se casen con
individuos de cabeza redonda.
Verdaderamente seria el colmo de lo comico impedir a un hijo que se
casara con una buena muchacha por tener la cabeza redonda; pero no seria
menos comico oponerse a un matrimonio porque el abuelo del novio o de la
novia hubiese sido en su tiempo zapatero o quincallero. En estas
cuestiones, los jovenes suelen tener mejo
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