on desesperada II.--De negrero III.--El ponton IV.--La
evasion V.--A la deriva VI.--La casa hospitalaria VII.--El odio estalla
VIII.--Patricio Allen y el tesoro de Zaldumbide
EPILOGO
LIBRO PRIMERO
INFANCIA
I
SHANTI SE DISCULPA
Las condiciones en que se desliza la vida actual hacen a la mayoria de
la gente opaca y sin interes. Hoy, a casi nadie le ocurre algo digno de
ser contado. La generalidad de los hombres nadamos en el oceano de la
vulgaridad. Ni nuestros amores, ni nuestras aventuras, ni nuestros
pensamientos tienen bastante interes para ser comunicados a los demas, a
no ser que se exageren y se transformen. La sociedad va uniformando la
vida, las ideas, las aspiraciones de todos.
Yo, en cierta epoca de mi existencia, he pasado por algunos momentos
dificiles, y el recordarlos, sin duda, desperto en mi la gana de
escribir. El ver mis recuerdos fijados en el papel me daba la impresion
de hallarse escritos por otro, y este desdoblamiento de mi persona en
narrador y lector me indujo a continuar.
No tenia la menor intencion de dar mis cuartillas a la imprenta; pero,
cuando salio _El Correo de Luzaro_, todos los amigos me instaron para
que publicase mis memorias en el periodico.
Debia colaborar en la cultura de la ciudad. Yo era uno de los puntales
de la civilizacion luzarense. Nos reimos en casa un poco de estos
elogios y comence a publicar mi diario en _El Correo de Luzaro_ y a
pagar periodicamente las facturas de la imprenta.
Estuve ausente de Luzaro una semana para llevar mi segundo hijo al
colegio, y al volver de mi viaje me encontre con que _El Correo_ habia
pasado a mejor vida, y mis memorias quedaban colgadas en lo que yo
consideraba mas interesante. A pesar del interes supuesto por mi, nadie
se ocupo de saber su continuacion, lo cual sirvio para mortificar
bastante mi amor propio de literato.
Ahora, mi amigo Cincunegui se ha empenado en que publique mi diario
integro. Luzaro necesita un grande hombre; le es preciso tener una
figura presentable ante los ojos del mundo. Desde la muerte de don Blas
de Artola, el teniente de navio retirado, la plaza de hombre ilustre
esta vacante en nuestro pueblo. Cincunegui excita mis sentimientos
ambiciosos, quiere mi encumbramiento, mi exaltacion; segun el, no puedo
dejar a mis paisanos en la orfandad en que se hallan; debo llegar al
pinaculo de la gloria.
[Ilustracion]
A mi, la verdad, la gloria no me entusiasma. La gloria
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