--iQue ya no me quieres!--articulo en una desesperada y lenta
oscilacion de cabeza.
--Esta es la quincuagesima vez que dices lo mismo--respondi.
No podia darse respuesta mas dura; pero yo tenia ya el comienzo.
Ines me miro un rato casi como a un extrano, y apartando bruscamente
mi mano y el cigarro, su voz se rompio:
--iEsteban!
--Que--torne a decirle.
Esta vez bastaba. Dejo lentamente mi mano y se reclino atras en el
sofa, manteniendo fijo en la lampara su rostro livido. Pero un momento
despues su cara caia de costado bajo el brazo crispado al respaldo.
Paso un rato aun. La injusticia de mi actitud--no veia mas que
injusticia--acrecentaba el profundo disgusto de mi mismo. Por eso
cuando oi, o mas bien senti, que las lagrimas salian al fin, me
levante con un violento chasquido de lengua.
--Yo creia que no ibamos a tener mas escenas--le dije paseandome.
No me respondio, y agregue:
--Pero que sea esta la ultima.
Senti que las lagrimas se detenian, y bajo ellas me respondio un
momento despues:
--Como quieras.
Pero en seguida cayo sollozando sobre el sofa:
--iPero que te hecho! ique te he hecho!
--iNada!--le respondi.--Pero yo tampoco te he hecho nada a ti... Creo
que estamos en el mismo caso. Estoy harto de estas cosas!
Mi voz era seguramente mucho mas dura que mis palabras. Ines se
incorporo, y sosteniendose en el brazo del sofa, repitio, helada:
--Como quieras.
Era una despedida. Yo iba a romper, y se me adelantaban. El amor
propio, el vil amor propio tocado a vivo, me hizo responder:
--Perfectamente... Me voy. Que seas mas feliz... otra vez.
No comprendio, y me miro con extraneza. Habia cometido la primer
infamia; y como en esos casos, senti el vertigo de enlodarme mas aun.
--iEs claro!--apoye brutalmente--porque de mi no has tenido
queja...?no?
Es decir: te hice el honor de ser tu amante, y debes estarme
agradecida.
Comprendio mas mi sonrisa que las palabras, y sali a buscar mi
sombrero en el corredor, mientras que con un iah!, su cuerpo y su alma
se desplomaban en la sala.
Entonces, en ese instante en que cruce la galeria, senti intensamente
cuanto la queria y lo que acababa de hacer. Aspiracion de lujo,
matrimonio encumbrado, todo me resalto como una llaga en mi propia
alma. Y yo, que me ofrecia en subasta a las mundanas feas con fortuna,
que me ponia en venta, acababa de cometer el acto mas ultrajante, con
la mujer que nos ha querido demasiado... Flaqueza en el
|