ntrase una situacion verdaderamente
lucrativa o un medio indiscutible de hacer fortuna. Con esto era seguro
que la madre cejaria en su resistencia.
El ingeniero juro tambien con el entusiasmo de una juventud energica. El
conseguiria esta fortuna. Ignoraba completamente, al formular su
juramento, de que modo puede obtenerse la riqueza; pero una nueva
voluntad, mas fuerte que la que hasta entonces le habia guiado en la
vida, empezaba a despertar en su interior.
--iAdios, Margaret! Antes de un ano sere rico, y nos casaremos....
Luego, al verse solo, sin la dulce embriaguez que parecia invadirle
cuando estaba al lado de su novia, volvio a contemplar la realidad tal
como era, hostil y repelente. ?Como puede un hombre ganar unos cuantos
millones en un ano cuando los necesita para casarse con la mujer que
ama?... Quiso ver otra vez a Margaret, para que su voluntad adquiriese
nuevas fuerzas, pero no pudo encontrarla. La viuda de Haynes, que sin
duda habia tenido noticias de esta entrevista por la profesora de
espanol, se marcho de San Francisco con su hija, y esta vez Edwin no
pudo averiguar nada acerca de su paradero.
Le era preciso, despues de esto, tomar una resolucion. Su vida en Los
Angeles, siguiendo los pasos de una muchacha millonaria, habia
disminuido considerablemente los contados miles de dolares que
representaban todo su capital. Necesitaba lanzarse cuanto antes a un
nuevo trabajo para no verse en la indigencia.
Creyo, como todos, que la fortuna unicamente puede esperarnos en un
lugar de la tierra muy apartado de aquel en que nacimos, casi en los
antipodas, y por eso acepto con verdadera fe los informes de un amigo
que le aconsejaba ir a Australia, ofreciendole para alla varias cartas
de recomendacion.
Gillespie acabo embarcandose con rumbo a Melbourne, pero antes escribio
a una amiga de Margaret para que esta conociese su resolucion y el lugar
de la tierra adonde le encaminaba su nueva aventura.
La larga navegacion fue muy triste para el. La soledad voluntaria en que
se mantuvo entre los pasajeros sirvio para excitar sus recuerdos
dolorosos. Durante la primera escala en Honolulu tuvo la esperanza, sin
saber por que, de recibir un cablegrama de Margaret animandole a
perseverar en su resolucion. Pero no recibio nada.
Luego vino la interminable travesia hasta Nueva Zelandia, siguiendo la
curva de mas de una mitad del globo terraqueo, a traves de los numerosos
archipielagos esparcidos en el Pacifico. E
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