ipadre!
Pero el goloso prisionero, que ya se da por muerto, tira uno de
retortijon a cada mano de su carcelero, y toma pipa por el corral
afuera, relamiendose de gusto.
Tio Jeromo, que en la socarrena, detras de la casa, encambaba un rodal,
acude a los gritos, y creyendo una patrana lo del robo de la nata,
presume que su hijo se la ha chupado, y le arrima candela entre las
nalgas y un par de soplamocos que hacen al chicuelo sorberse los
propios.
Grita el rapaz y amenaza el padre, y entre los gritos y las amenazas,
oyese la voz de la tia Simona, desde el portal:
--iAh, malanu pa vusotros nunca ni no!... iQue siempre vos he de
alcontrar asina!
--iAy, madruca de mi alma!--exclama el muchacho corriendo a agarrarse
del refajo de la buena mujer.
--?Por que lloras, hijo? ?Quien te ha pegao?
--iMujueee.... Me pego ... jun ... u ... u ... padreeee!!
--Y todavia has de llevar mas--murmura este retirandose a la cuadra a
arreglar el ganado.--iYo te ensenare a golosear la nata!
--Yo no la comi, iea!, que la comio Tonu el de la Zancuda...; ijummaaa!
--Y pue que sea verda, angelucu; que ese es un lambiston que se pierde
de vista.... Vamos, toma unas castanas y no llores mas.... Tu padre
tamien tiene la mano bien ligera.... ?Ha venio el estudiante?
--No, sinora....
--Dios quiera que no me lo coma un lobo en da que calleja.... ?Y onde
esta tu hermana?
--Fue a la juenti.
--A esa pingonaza la voy yo a andar con las costillas.... No, pues; no
me gusta a mi que a estas horas se me ande a la temperie de Dios, que
ese hijo condenao de la Lambiona tiene un aquel ... que malanu pa el
nunca ni no.
Y murmurando asi la tia Simona, deja las almadrenas a la puerta del
estragal; cuelga la saya de bayeta con que se cubria los hombros del
mango de un arado que asoma por una viga del piso del desvan; entra en
la cocina, siempre seguida del chico, con la cesta que traia tapada con
la saya; dejala junto al hogar; anade a la lumbre algunos escajos;
enciende el candil, y va sacando de la cesta morcilla y media de
manteca, un puchero con miel de abejas y dos cuartos de canela; todo lo
cual coloca sobre el poyo y al alcance de su mano para dar principio a
la preparacion de la cena de Navidad, operacion en que la ayuda bien
pronto su hija que entra con dos _escalas_ de agua y protestando que "no
ha hablao con alma nacia, y que lo jura por aquellas que son cruces...,
y que mal rayo la parta si junta boca con mentira".
Poco
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