la segunda se llamo
"barbaro".
Hizo la pirueta, porque hallaba un amigo de campanillas que sirviendole
en el pleito, le proporcionaba motivo para ir a Madrid.
Y se llamo barbaro, porque recordo que, cediendo a la costumbre
tradicional en la familia, que nunca tuvo mas correspondencia que la del
pleito, habia anadido a su amigo una posdata cuyo significado ignoraba
este.
Pero siendo la primera impresion la que mas le domino, echose a la calle
con ella, llego al corro de bolos, pago media a los jugadores ... y
metio al alcalde en un zapato como quien dice, en cuanto oyo, vio y
palpo el reyezuelo que el solariego se carteaba con senorones. Al dia
siguiente le propuso el concejo una honrosa transaccion; pero ibueno
estaba don Silvestre para capitular, cuando tenia la sarten por el
mango!
III
Desde aquel dia el mayorazgo no vivio mas que para sus ilusiones, y,
agobiado por ellas, tornose caviloso, taciturno y solitario; huyo de los
partidos de naipes y de bolos; y si alguna vez, cediendo a las
instancias de los amigos, tomaba cartas, era para dejarse acusar las
cuarenta por el ultimo zarramplin del lugar. Don Silvestre, en fin,
llego a encontrar insoportable el rincon de sus mayores.
En esta epoca de su vida es cuando se le presento al lector.
He creido necesarios los detalles apuntados para que este hallase
verosimil el aburrimiento que le aquejaba, y disculpables sus ulteriores
decisiones. Porque un hombre que, como don Silvestre Seturas, tiene:
cinco pies y medio de talla,
tres idem de espalda,
tanto estomago como despensa,
tanta salud como estomago
y tres mil reales de renta;
que no conoce el asco, ni el ruido, ni el miedo, ni los guantes, ni el
charol, no debe aburrirse nunca en el campo, o no hay en el seres
felices; afirmacion que negaran los poetas melenudos, de baculo y
zampona, y los novelistas sobrios, asceticos y filosofos. Negaranla, es
claro, porque precisamente en el campo es donde estos senores se han
empenado en colocarnos la felicidad terrena, ya bajo el aspecto de
encanecido anciano, que perora con mas elocuencia que Demostenes y mas
profundidad que Socrates, so la anosa encina, o cabe la parlera fuente;
ya bajo el de apuesto galan que cultiva el fertil valle, y aunque suda
al sol y come raspanos y borona, es por la noche bastante sublime para
echar un discurso a su novia, que le espera con un ramo de flores, y que
no es menos gallarda,
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