eunion le rezo con el mayor recogimiento.
--En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo--dijo,
santiguandose, la mujer.
--En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo--contesto, con
la misma ceremonia, su auditorio.
II
--Amen--anadio el pescador de marras, presentandose en la sala con una
gran jarra de aguardiente y un vaso en una mano, un plato lleno de queso
en la otra, y un _guardia civil_ ... o pan de seis libras, debajo del
brazo.
La consabida mujer le salio al encuentro, despues de haber tendido otra
vez en el suelo su mantilla, y acepto con cierta solemnidad la jarra y
el vaso que el marinero le ofrecio; en seguida coloco este el pan y el
queso sobre la mantilla, y saco del bolsillo una navaja; callo de
repente la concurrencia, lanzo el quinto gemido la mujer del
_glorificado_, relamieronse con fruicion sus tres hijos, y la que tenia
la jarra lleno con admirable pulso, hasta los bordes, el primer vaso de
aguardiente.
--Para la dolienta--dijo, levantandole en alto.
--Que gloria se le gueelva--contesto la reunion.
Sexto gemido de la viuda.
--iYo no puedo beber, que no puedo, que tengo un nudo en el pasapan!
iAy, mariduco mio de mi alma!
--Vaya, mujer, que ya no tien remedio; y el perder tu la salu no le ha
de resucitar a el. Toma un trago, que tendras el estomago aterecio....
--No ha entrao en el un bocao desde antayer creemelo, por mi salvacion.
iAyyyy!!
--Pus ahora comeras; y por de plonto, echate eso al cuerpo _a la buena
gloria del defunto_.
--iAy!, por eso no mas lo hago; bien lo sabe Dios.
Y llevandose el vaso a los labios, le agoto sin resollar.
--iAy, companero de mis entranas!--exclamo en seguida, limpiandose la
boca con la manga de la camisa.
El pescador se acerco a ella entonces, y la dio una gran rebanada de pan
con un pedazo de queso encima.
Cada uno de los tres huerfanos recibio otra racion igual de pan y queso
y medio vaso de aguardiente, previo el indispensable brindis "a la buena
gloria del defunto".
Y obsequiada ya de este modo la familia, el vaso, el pan y el queso
comenzaron a circular por la reunion entre murmullos muy expresivos,
oyendose de vez en cuando aqui y alla, bien por la chillona voz de una
mujer, bien por la ronca de un hombre, la frase consabida "a la buena
gloria del defunto".
La jarra volvio a presentarse otra vez delante de la viuda. Bebio esta,
bebieron sus hijos; y como al llegar a la mitad del corro faltas
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