s del vendaval que penetraba fino y
cortante por cada rendija de las innumerables que tenian las puertas
exteriores del solariego palomar; las _lumbradas_ que hacia el ama en la
cocina solamente las soportaban ella y don Silvestre, acostumbrados a su
calor desde la infancia: el forastero se abrasaba acercandose al fuego,
y retirandose de el se le helaban las espaldas con el _gris_ que corria
en aquel inmenso paramo.
En cuanto a la poesia del chisporroteo de los tizones y del hervir de
los pucheros, asi la encontro como lo que habia buscado entre los
jarales. Roncaba el ama de llaves, roncaba don Silvestre, roncaban los
criados y el gato y el perro; silbaba el viento, bramaba la cellisca
contra las inseguras ventanas, y mas que vision placentera, parecia
aquel cuadro escena de conjuro, o ensueno de calenturiento.
iEntonces si que penso en su gabinete de Madrid y en los salones del
_mundo_ y en el teatro de la opera!...
--iQue sera un invierno pasado asi, Dios mio!--se decia una noche
mientras se acostaba en busca del sueno, unico amparo que hallaba en
medio del aburrimiento que empezaba a perseguirle.
XIII
Fatigado de saltar setos y regatos y de trepar por cerros y colinas,
tornaba hacia su casa una manana el huesped de don Silvestre, con la
escopeta al hombro y sin haber podido matar mas que dos gorriones y una
calandria.
Ya columbraba la ventana de la cocina solariega y hasta llegaban a sus
narices los aromas de los guisotes del ama de gobierno, cuando
distinguio una miruella sobre la rama mas alta de una higuera.
Agazapose el cazador todo lo que pudo; deslizose de mato en mato y de
bardal en bardal, como una culebra, para no ser visto ni sentido del
animalito, cuya vigilancia es proverbial en el pais; apuntole con la
escopeta cuando le tuvo a tiro y a su gusto, y....
Pero expliquemos la situacion del cazador, por si los permenores del
suceso nos fueren mas tarde de alguna utilidad.
Apuntando el madrileno a la miruella, tenia a cuatro pasos, a la
espalda, un huerto contiguo a una pequena casa, y cerrado en todo su
perimetro por una pared _seca_, es decir, una pared transparente, de
piedras sobrepuestas medio a la casualidad, paredes que suelen durar
eternidades, porque la consistencia que les falta de nuevas se la da
bien pronto la hiedra que junto a ellas nace, y penetra,
entretejiendose, por todos los intersticios. La pared del huerto que
tenia a su espalda el cazador comenzaba ya a consol
|