inada que nunca, con la cara roja como un pimiento seco y con la
crin suelta, en medio de una espesisima nube de humo, iaparicion
verdaderamente infernal!; saca medio cuerpo fuera de la balaustrada, y
con voz ronca y destemplada, grita, mirando al piso segundo:
--iTia!...
Debo advertir que este es el tratamiento que se da, entre la gente del
pueblo de este pais, por los yernos y nueras, a las suegras.
La vieja del segundo piso, sin dejar de clavar las rabas, al conocer la
voz de su nuera, contesta de muy mala gana:
--?Que se te pudre?
--?Tiene un grano de sal pa freir unas _bogas_?
--No tengo sal.
--Salu es lo que no habia de tener uste--refunfuna la mujer del Tuerto.
--Vergueenza es lo que a ti te falta--grune, al oirlo, la vieja.--Y
sabete que tengo sal, pero que no te la quiero dar.
--Ya me lo figuro, porque siempre fue uste lo mismo.
--Por eso te he quitao el hambre mas de cuatro veces, iingratona,
desalmada!
--Lo que uste me esta quitando todos los dias es el credito,
ichismosona, mas que chismosa!; y si no fuera por dar al diablo que
reir, ya la habia arrastrao por las escaleras abajo.
--Capaz seras de hacerlo, ibribonaza!; que la que no quiere a sus
hijos, mal puede respetar las canas de los viejos.
--?Que no quiero yo a mis hijos!...; ?que no los quiero!--ruge la de la
buhardilla, puesta en jarras y echando llamas por los ojos.--?Quien sera
capaz de hacerlo bueno?
--Yo--replica con mucha calma la vieja;--yo que los he recogido muchas
veces en mi casa, porque tu los dejas desnudos y abandonaos en la calle
cuando te vas a hacer de las tuyas de taberna en taberna ...
iborrachona!
--iImpostora..., bruja!--grita al oir estas palabras, descompuesta y
febril, la mujer del Tuerto.--?Yo borracha! ?Cuantas veces me ha
levantado uste del suelo, desolladura? Y aunque fuera verda, a mi costa
lo seria: a denguno le importa lo que yo hago en mi casa.
--Me importa a mi, que veo lo que suda el mi hijo pa ganar un peazo de
pan que tu vendes por una botella de aguardiente, en lugar de partirle
con tus hijos. Por eso los probes angelucos no tienen cama en que
dormir, ni lumbre con que calentarse, ni camisa que poner; por eso no
tienes tu un grano de sal y me la vienes a pedir a mi.... Compralo,
iviciosona!... Pero vienes tu de mala casta para que seas buena.
--Mi casta es mejor que la de uste, por todos cuatro costaos. Y yo en
mi casa me estaba. El fue a buscarme.
--Nunca el hubiera ido...;
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