asesorandose de un procurador, contesto al mayorazgo que estaba bien lo
del dinero; mas que en cuanto a lo de la rodada:
"_Visto_ que en la obligacion del primer Seturas no aparecia termino
alguno para su compromiso;
"_Vista_ la necesidad que tenia la llosa de servirse por aquella
cambera; y
"_Visto_, por ultimo, que ninguno de los vivientes del lugar la habia
servido por otra parte, y que la costumbre hacia ley; y
"_Considerando_ una barbaridad y una injusticia que, aun en caso de
tener Seturas alguna razon, se emplease esta en exigir a los hijos el
pago de las torpezas de sus padres, tenia a bien desestimar su
pretension, aconsejandole que se conformara con el fallo y no se metiera
en mas honduras, no hiciera el diablo que le reclamasen el cambio de
algunas columnarias que habia entregado borradas entre las restantes
monedas de pago."
Seturas dijo que nones; pero fue condenado en juicio verbal a dejar la
rodada por su linde ... y a dar al concejo tres duros claros de a
veinte, por doce columnarias borradas. Entonces se armo la gorda. El
mayorazgo protesto contra el acuerdo del concejo, y acudio a un abogado
que apoyo sus razones y se comprometio a defenderle en el litigio que se
entablo en seguida. Cayeron los primeros autos sobre la mesa,
agregaronseles otros nuevos; y cose que te cose fojas y mas fojas, murio
este cuarto Seturas, y despues el Seturas quinto, y vino el sexto de la
familia solariega, que ni por morir al pie, como quien dice, del
proceso, consiguio adelantar la causa mas que sus antecesores que no la
movieron un punto; y por ultimo, entro en posesion del vinculo nuestro
don Silvestre que, por de pronto, fue tan poco feliz como sus abuelos en
el asunto de la rodada, y mucho mas desgraciado que todos ellos, por ser
el que recibio la herencia mas mermada con el perpetuo y cada vez mas
ancho desaguadero de la curia.
Sabida esta ultima circunstancia economica, y teniendo presente que don
Silvestre no carecia completamente de sentido comun, no parecera muy
extrano que a la edad en que todos sus progenitores contaban por lo
menos un heredero, el permaneciese celibe y con ciertos sintomas de
recalcitrante. Efectivamente, don Silvestre comprendio al punto que su
hacienda era harto exigua para cubrir con ella todas las necesidades de
una familia, si no habia de descuidar las exigencias de su pleito: para
que no se extinguiera en el la raza de los Seturas legitimos, tenia que
transigir con el concej
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