tonia de las fiestas de su lugar; que en el
no se podia tirar un pellizco a una muchacha sin que se contase el lance
en todas las cocinas; que el dia en que se le antojaba trincarse tres
cuartillos, en lugar de la media azumbre que acostumbraba, el tabernero
lo charlaba a todo el mundo; que habiendo en una ocasion anadido cuatro
dedos de pano a las haldillas de su chaqueton, llevo una silba de todos
sus convecinos en el portal de la iglesia, cuando iba a misa, en una
palabra, que el, mayorazgo, libre y con salud, ni gastaba levita, ni
bebia lo que necesitaba, ni podia echar un requiebro en paz, si no se
ponia en guerra con el vecindario. Estas consideraciones, hechas a solas
y exageradas por la pasion inoculada por el periodico, le arrancaron una
noche estas palabras:--"Vendere una finca, o la hipotecare para sacar
dinero; pero yo no me he de morir sin saber lo que es _aquello_."
Aquello era la corte; pero _lo otro_, de que se olvido un momento, se le
opuso en seguida a su proyecto. Y lo otro era ... el pleito. Los Seturas
no se pertenecian a si mismos. Siete generaciones de ellos habian
vegetado en un solo punto, fijos, inmoviles como locas, pendientes
siempre de sus entrevistas con los procuradores. Todos los dias, por
espacio de siete generaciones, un individuo de otras tantas de
procurador, llego a la casa solariega, y nunca se puso el sol quedando
aplazada una conferencia por haber dormido fuera del hogar un Seturas;
ninguno de ellos se hubiera atrevido a hacerlo sin presagiarse una
sentencia fatal. Don Silvestre, al fin, era Seturas, y no queria
desmentir su apellido.
Por eso, al dicho de sus convecinos de que era el mas listo de la
familia, debemos anadir que fue el mas desgraciado. Sus antecesores
estaban, como el, atados al pleito; pero con fe, con gusto, sin el menor
deseo de ver el mundo. El, por el contrario, tras de haber recibido la
herencia muy cercenada, adquirio la necesidad de irse a gastar gran
parte de ella fuera de su pueblo; necesidad que tomo en el un imperio
terrible despues de un suceso que vamos a conocer, aunque diga el lector
que divago mucho.
Leyo un dia en la _Gaceta_, y al pie de un documento de alta
procedencia, un nombre que le sono a muy conocido. Parose un poco a
reflexionar, y dandose un punetazo en la frente, exclamo para si:--"Asi
se llamaba uno que estudio conmigo latin; aquel madrilenito que estaba
de temporada en la villa, adonde habia ido su padre a tomar aires....
Pero no e
|