_ninfas_,
tus _pastores_, horteras,
gorriones tus _jilgueros_;
y tu _cascada horrenda_,
del carcomido techo
que a tu numen alberga,
por mas que la levantes
es humeda gotera.
Desde la ardiente zona
do te arrojo la adversa
fortuna cuando viste
del sol la luz primera,
no abarca una mirada,
por alta que se meza
en el azul espacio
tu miserable celda,
las primorosas galas
que dio Naturaleza
a la, por ti, tan celebre
hermosa primavera.
Aqui, en estos confines
de la gloriosa Iberia;
desde el limite vasco
a la riscosa Liebana;
entre el Escudo gelido
y la feraz ribera
do rompen del salobre
cantabro mar, sin tregua,
con horrido bramido
las olas turbulentas,
esta lo que tu, candido,
adivinar sospechas.
Deja, Fabio, la corte
fascinadora, dejala,
y corre presurosa
hasta mi noble tierra;
y aqui, entre su follaje,
junto a su gala esplendida,
desde que abril acaba
hasta que octubre empieza,
veras ... lo que no cabe
en palidas endechas.
Mas no de la dulzaina
meliflua te proveas,
ni de ligeras cintas
de coruscante seda,
ni de pellico tenue
cortado _a la francesa_,
ni de leve sandalia
y primorosa media,
cual van en tus cantares
los hijos de las selvas.
Antes, Fabio procurate
zapatos de dos suelas,
calzon de pano recio,
garrote y podadera;
que en el _ameno_ prado
que la vista recrea,
hay charcos escondidos
y espinas ... y culebras;
y el _cristalino_ arroyo
que _manso_ serpentea,
es un _regato_, a veces,
que no pueden las piernas
saltar, sin el auxilio
de la tranca pasiega;
y en el frondoso bosque
hay zarzas y maleza
que el paso te interrumpen,
y has de cortar, so pena
de que en sus garras dejes
calzones y pelleja;
y, en fin, que el agua moja
hasta en la primavera;
y como en mayo llueve,
y llueve con frecuencia,
si tienes un paraguas
te ha de venir de perlas.
Veras entonces prados,
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