ay que darle vueltas.
iQue fuera de nosotros,
gran Dios, de otra manera!;
isi en vez de tales tipos
que el alma desalientan,
cruzaran por los prados
_sensibles_ Doroteas!...
Porque no son las rusticas
pasiones de la aldea
las que la sangre inflaman,
holgando en las praderas:
el ambar, el almizcle ...
y el Tamorlan de Persia
con todos sus _divanes_,
sus _opios_ y sus _siestas_,
se agitan en la mente ...
y no hay que darle vueltas.
No creas, pobre Fabio,
que en solitaria selva
un Titiro sensible
con una Galatea
se pasa la manana
tendido a pierna suelta,
tocando el caramillo,
sin reparar siquiera
que tiene la zagala
muchisima canela....
O Galatea es tonta,
o Titiro es un bestia...,
o son de otra substancia
distinta de la nuestra.
Tu, que el hervor aun sientes
de la vida en tus venas,
si vas por el Retiro
y bajo su arboleda
hallas una _pastora_,
como la rosas fresca,
tejiendose guirnaldas,
en muelle negligencia;
si ves su pie pequeno
que se adivina apenas
en un zapato breve
de _satinada_ tela;
si por crecer la brisa
agitase la seda
y los revueltos pliegues ...
(pero detente, penola);
si sus languidos ojos,
llenos de amor, te asedian;
si su garganta late,
si su jubon..., etcetera...,
?adonde ira a parar,
iluso, tu _prudencia_?
Pues bien: si en el Retiro,
do, sobre ardiente arena,
de misero ramaje
raquiticos se elevan
arboles de artificio,
sin sombra ni belleza;
si entre la prosa, digo,
de esa enfermiza selva
las gracias de una ninfa
trastornan y marean,
?que haran entre estos bosques
cuando su gala ostenta
en voluptuoso alarde
la alegre primavera?
iOh, pobres trovadores
de tirso y pandereta!:
del cortesano mundo
entre la turba espesa,
cantad al sol de agosto
que sin piedad os tuesta;
llorad, miseros vates,
fatidicas cornejas,
sobre las tristes sabanas
de calcinada arena
donde
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