algunos mechones de pelo que le
caian sobre los ojos, tiro de una bolsa de piel mugrienta que guardaba
en un bolsillo de sus pantalones, saco de ella tabaco picado, hizo un
cigarro, encendiole en un tizon que le trajo su mujer, que lloraba,
aunque en silencio, fijose en los chicuelos que tambien lo rodeaban, y,
haciendo un gran esfuerzo, dijo con voz insegura:
--iEa!, sobre que ha de ser, cuanto mas pronto.
La sardinera, al oir a su marido, rompio a llorar a todo trapo; sus
hijos la siguieron en el mismo tono.
--iA ver si vos callais con mil demonios!--exclamo el pescador con
visible emocion.--Y tu--anadio dirigiendose a su mujer,--ya sabes lo que
se va a hacer. Estas criaturas se vienen ahora mesmo conmigo, y se las
dejo a mi madre al tiempo de bajar. Alli se estaran con ella hasta que
yo gueelva.
--iNo, por todos los santos del cielo!--grito la mujer, que al fin era
madre.--Yo soy muy capaz de cuidarlas, y no quiero que naide mas que yo
de de comer a mis hijos.
--Lo que eres tu me lo se yo muy bien; y no me acomoda que el mejor dia
amanezcan los angeles de Dios aterecios a la puerta de la calle. Y
sobre too, no te los tiro a la mar: bien acerca te quedan: too el dia te
puedes estar abajo con ellos.... Pero ya se lo he dicho a mi madre:
"antes que dejarlos subir aqui, rompales una pata".... Y esto sacabo.
Vamonos pa bajo.... Y cuidao con que te vengas al Muelle detras de mi,
que no tengo ganas de perendengues; y cuanto mas solo este uno,
mejor.... Asi como asi, estoy yo tan sastifecho, que si me descuido con
la escotilla se me va el alma de la bodega, ipuno!... Andando, hijos
mios....
Y el desventurado Tuerto se bajo para coger al menor de los
muchachuelos, que le miraban llorando. Entonces su mujer, cediendo a un
irresistible impulso de su corazon, echo los brazos al cuello de su
marido, y con el torrente de sus lagrimas arranco al fin ilas primeras,
tal vez! de los torvos ojos de aquel rudo marinero.
Pero este no era hombre que se entregaba rendido a semejantes
debilidades; asi es que, desprendiendose de los brazos de su costilla,
cogio entre los suyos al menor de sus hijos, mando a los otros que le
siguieran, obligo a su mujer a quedarse en casa, y salio de ella
precipitadamente, cerrando detras de si la puerta de la escalera.
Pocos minutos despues estaba en la calle, con su lio al brazo, en
compania de Bolina y Tremontorio. Los tres iban cabizbajos, taciturnos y
caminando con repugnancia. Casi al
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