siasmo, abrasandose al
recuerdo de su novia.
Fui varias veces mas con Vezzera. Una noche, a una nueva invitacion,
respondi que no me hallaba bien y que lo dejariamos para otro momento.
Diez dias mas tarde respondi lo mismo, y de igual modo en la siguiente
semana. Esta vez Vezzera me miro fijamente a los ojos:
--?Por que no quieres ir?
--No es que no quiera ir, sino que me hallo hoy con poco humor para
esas cosas.
--iNo es eso! iEs que no quieres ir mas!
--?Yo?
--Si; y te exijo como a un amigo, o como a ti, que me digas justamente
esto: ?Por que no quieres ir mas?
--iNo tengo ganas!... ?Te gusta?
Vezzera me miro como miran los tuberculosos condenados al reposo, a un
hombre fuerte que no se jacta de ello. Y en realidad, creo que ya se
precipitaba su tisis.
Se observo en seguida las manos sudorosas, que le temblaban.
--Hace dias que las noto mas flacas... ?Sabes por que no quieres ir
mas? ?Quieres que te lo diga?
Tenia las ventanas de la nariz contraidas, y su respiracion acelerada
le cerraba los labios.
--iVamos! No seas... calmate, que es lo mejor.
--iEs que te lo voy a decir!
--?Pero no ves que estas delirando, que estas muerto de fiebre?--le
interrumpi. Por dicha, un violento acceso de tos lo detuvo. Lo empuje
carinosamente.
--Acuestate un momento... estas mal.
Vezzera se recosto en mi cama y cruzo sus dos manos sobre la frente.
Paso un largo rato en silencio. De pronto me llego su voz, lenta:
--?Sabes lo que te iba a decir?... Que no querias que Maria se
enamorara de ti... Por eso no ibas.
--iQue estupido!--me sonrei.
--Si, estupido! iTodo, todo lo que quieras!
Quedamos mudos otra vez. Al fin me acerque a el.
--Esta noche vamos--le dije.--?Quieres?
--Si, quiero.
Cuatro horas mas tarde llegabamos alla. Maria me saludo como si
hubiera dejado de verme el dia anterior, sin parecer en lo mas minimo
preocupada de mi larga ausencia.
--Preguntale siquiera--se rio Vezzera con visible afectacion--por que
ha pasado tanto tiempo sin venir.
Maria arrugo imperceptiblemente el ceno, y se volvio a mi con risuena
sorpresa:
--iPero supongo que no tendria deseo de visitarnos!
Aunque el tono de la exclamcion no pedia respuesta, Maria quedo un
instante en suspenso, como si la esperara. Vi que Vezzera me devoraba
con los ojos.
--Aunque deba avergonzarme eternamente--repuse--confieso que hay algo
de verdad...
--?No es verdad?--se rio ella.
Pero ya en el movimiento d
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