--iNo se, Octavio! Hace un rato senti ruido... Seguramente lo fue a
buscar a tu cuarto cuando no estabas... iMama, pobre mama!--cayo
sollozando sobre el miserable brazo que pendia hasta el piso.
Nebel la pulso; el corazon no daba mas, y la temperatura caia. Al rato
los labios callaron su pla... pla, y en la piel aparecieron grandes
manchas violeta.
A la una de la manana murio. Esa tarde, tras el entierro, Nebel espero
que Lidia concluyera de vestirse, mientras los peones cargaban las
valijas en el carruaje.
--Toma esto--le dijo cuando se aproximo a el, tendiendole un cheque de
diez mil pesos.
Lidia se extremecio violentamente, y sus ojos enrojecidos se fijaron
de lleno en los de Nebel. Pero este sostuvo la mirada.
--iToma, pues!--repitio sorprendido.
Lidia lo tomo y se bajo a recoger su valijita. Nebel se inclino sobre
ella.
--Perdoname--le dijo.--No me juzgues peor de lo que soy.
En la estacion esperaron un rato y sin hablar, junto a la escalerilla
del vagon, pues el tren no salia aun. Cuando la campana sono, Lidia le
tendio la mano y se dispuso a subir. Nebel la oprimio, y quedo un
largo rato sin soltarla, mirandola. Luego, avanzando, recogio a Lidia
de la cintura y la beso hondamente en la boca.
El tren partio. Inmovil, Nebel siguio con la vista la ventanilla que
se perdia.
Pero Lidia no se asomo.
#LOS OJOS SOMBRIOS#
Despues de las primeras semanas de romper con Elena, una noche no pude
evitar asistir a un baile. Hallabame hacia largo rato sentado y
aburrido en exceso, cuando Julio Zapiola, viendome alli, vino a
saludarme. Es un hombre joven, dotado de rara elegancia y virilidad de
caracter. Lo habia estimado muchos anos atras, y entonces volvia de
Europa, despues de larga ausencia.
Asi nuestra charla, que en otra ocasion no hubiera pasado de ocho o
diez frases, se prolongo esta vez en larga y desahogada sinceridad.
Supe que se habia casado; su mujer estaba alli mismo esa noche. Por mi
parte, lo informe de mi noviazgo con Elena--y su reciente ruptura.
Posiblemente me queje de la amarga situacion, pues recuerdo haberle
dicho que creia de todo punto imposible cualquier arreglo.
--No crea en esas sacudidas--me dijo Zapiola con aire tranquilo y
serio.--Casi nunca se sabe al principio lo que pasara o se hara
despues. Yo tengo en mi matrimonio una novela infinitamente mas
complicada que la suya; lo cual no obsta para que yo sea hoy el marido
mas feliz de la tierra.
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