rencia:
volviendo con fama y oro
a Espana, pirata moro 265
me apreso y trajo a Valencia.
Y en pena de que rompio
de mis cadenas el hierro
mi mano, profundo encierro
en vida me sepulto, 270
donde mi extrano custodio,
sin dejarse ver ni oir,
me prolongaba el vivir,
o por piedad o por odio.
De aquel horrendo lugar 275
me sacais: bella mujer,
sentir se y agradecer:
di como podre pagar.
ZULIMA. No borres de tu memoria
tan debido ofrecimiento, 280
y haz por escuchar atento
cierta peregrina historia.
Un joven aragones
vino cautivo al serallo:
sus prendas y nombre callo; 285
tu conoceras quien es.
Toda mujer se lastima
de ver padecer sonrojos
a un noble: puso los ojos
en el esclavo Zulima, 290
y fervido amor en breve
nacio de la compasion:
aqui es brasa el corazon;
alla entre vosotros, nieve.
Quiso aquel joven huir; 295
fue desgraciado en su empeno:
le prenden, y por su dueno
es condenado a morir.
Pero en favor del cristiano
velaba Zulima; ciega, 300
loca, le salva;--mas, llega
a brindarle con su mano.
Respuesta es bien se le de
en trance tan decisivo:
habla tu por el cautivo, 305
yo por la Reina hablare.
MARSILLA. Ni en desgracia ni en ventura
cupo en mi lenguaje dolo:
este corazon es solo
para Isabel de Segura. 310
ZULIMA. Medita, y concederas
al tiempo lo que reclama.
?Sabes tu si es fiel tu dama?
?Sabes tu si la veras?
MARSILLA. Me matara mi dolor, 315
si fuera Isabel perjura:
mi constancia me asegura
la firmeza de su amor.
Con espiritu gallardo,
si quereis, dare mi vida: 320
da
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