110
cruce los brazos, y quieto
espere el golpe mortal.
ISABEL. iCielos! ?Y Roger?
PEDRO. Roger
parado al ver mi ademan,
en lugar de acometerme, 115
se fue retirando atras,
mirandome de hito en hito,
llena de terror la faz.
Asio con entrambas manos
el arma por la mitad, 120
y senas distintas hizo
de querermela entregar.
Yo no le atendi, guardando
completa inmovilidad
como antes; y el, con los ojos 125
fijos, y sin menear
los parpados, balbuciente
dijo: "Matadme, salvad
en el hueco de mi tumba
mi secreto criminal." 130
ISABEL. iSu secreto!
PEDRO. En fin, de estarse
tanto sin pestanear,
el, cuyos sentidos eran
la suma debilidad,
se trastorno, cayo; dio 135
la guarnicion del punal
en tierra, le fue la punta
al corazon a parar
al infeliz, y a mis plantas
rindio el aliento vital. 140
Hui con espanto: Azagra,
viniendose a disculpar
conmigo, me hallo; le dije
que no pisaba el umbral
de aquella casa en mi vida; 145
y el, provido y eficaz,
aviso al rey, y mando
el cadaver sepultar.--
Ya ves, hija: por no ir
yo contra tu voluntad, 150
por no cumplir mi palabra,
quise dejarme matar;
y Dios me guardo la vida:
su decreto celestial
es sin duda que esa boda 155
se haga por fin ... --y se hara,
si en tres dias no parece
tu preferido galan.
ISABEL (_aparte_). iAy de el y de mi!
ESCENA III
TERESA.--DON PEDRO, ISABEL
TERESA. Senor,
acaba de preguntar 160
por vos don Martin, el padre
de don Diego.
ISABEL (_aparte_). ?Si sabra?...
TERESA. Como es enemigo vuestro,
le he dej
|