ui me teneis, don Pedro. 40
PEDRO. Sois quien sois.--Esa mujer
nos pone en terrible aprieto.
Ya veis, los moros reclaman
su entrega con mucho empeno.
MARTIN. Y mientras el Juez resuelve, 45
cercada se ve por ellos
esta casa.
PEDRO. Y bien, ?quisierais
que entre vos y yo de un riesgo
libraramos a Teruel?
MARTIN. Crimen fuera no quererlo. 50
PEDRO. Si en la junta de la villa
negamos, como debemos,
la entrega de la Sultana,
va a ser enemigo nuestro
el Rey de Valencia, y puede 55
gravisimo dano hacernos.
MARTIN. Y el que recibimos ambos
de su mujer, ?es pequeno?
PEDRO. Pero es mujer, y nosotros
cristianos y caballeros. 60
MARTIN. Proseguid.
PEDRO. El compromiso
queda evitado, si hacemos
que huya en el instante.
MARTIN. Hagamoslo.
--Pagueme Dios el esfuerzo
que me cuesta no vengarme. 65
Disponed.
PEDRO. Con un pretexto
llevad los moros de aqui:
de vos haran caso.
MARTIN. Creo
que si.
PEDRO. Lo demas es facil.
Puesta ya en salvo, diremos 70
que ella huyo por si.
MARTIN. Voy pues,
y ya que la mano tiendo
al uno de los autores
de mi desventura, quiero
darsela tambien al otro. 75
Decid al dichoso dueno
de esta casa y de Isabel,
que mire en estos momentos
por su vida: que mi hijo
va, loco de sentimiento 80
y de furor, en su busca
por Teruel; y, ivive el cielo
que, doliente como esta,
valor le sobra al mancebo
para vengar!... Perdonadme. 85
Adios. Voy a complaceros,
y a buscarle y conducirle
esta noche misma lejos
de unos lugares en donde
vivimos los dos muriendo. 90
(_Vase por la puerta de la izquierda, mas cercana al proscenio_.)
PEDRO. Id con
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