costara lo que costara.
Maldicion mas espantosa
no pudo echarme jamas
una lengua venenosa
que decir: no lograras 110
hacer a Isabel tu esposa.
Lidiare, si es necesario,
por ella con todo el orbe,
clamaba yo de ordinario.
iInfeliz el que me estorbe, 115
competidor o contrario!
En mi celoso furor
cabe hasta lo que denigre
mi calidad y mi honor.
Amo con ira de tigre ... 120
porque es muy grande mi amor.
--No el vuestro, tan delicado,
me pinteis para mi mengua:
quiza no lo haya expresado
en seis anos vuestra lengua, 125
sin que me lo hayan contado.
Cuantas cartas escribio
Marsilla ausente, lei:
el su retrato no vio,
yo si: junto a vos aqui 130
siempre tuve un guarda yo.
Ha sido mi ocupacion
observaros noche y dia;
y abandonaba a Monzon
siempre que lo permitia 135
la marcial obligacion.
Viendoos al balcon sentada
por las noches a la luna,
mi fatiga era pagada:
jamas fue mujer ninguna 140
de amante mas respetada.
Para romper mis prisiones,
para defectos hallaros,
fueron mis indagaciones;
y siempre para adoraros 145
encontre nuevas razones.
Seducido el pensamiento
de lisonjeros enganos,
un favorable momento
espero hace ya seis anos, 150
y aun llegado no lo cuento.
Pero, por dicha, quiza
no deba estar muy distante.
ISABEL. iQue! ?Pensais que cesara
mi pasion, muerto mi amante? 155
No, lo que yo vivira.
RODRIGO. Pues bien, amad, Isabel,
y decidlo sin reparo;
que con ese amor tan fiel,
aunque a mi me cueste caro, 160
nunca me hallareis cruel.
Mas si ese afecto amoroso,
cuya expresion no limito,
mantener os es forzoso,
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