re de mis oidos
que no me sonaran mal.
Pero iay! cuando la razon
iba a proclamarse ufana
vencedora soberana 345
de la rebelde pasion,
al recordar la memoria
un suspiro de mi ausente,
se arruinaba de repente
la fortaleza ilusoria, 350
y con impetu mayor,
tras el combate perdido,
se entraba por mi sentido
a sangre y fuego el amor.
Yo entonces a la virtud 355
nombre daba de falsia,
rabioso llanto vertia,
y hundirme en el ataud
juraba en mi frenesi
antes que rendirme al yugo 360
de ese hombre, fatal verdugo,
genio infernal para mi.
MARGARITA. Por Dios, por Dios, Isabel,
moderad ese delirio:
vos no sabeis el martirio 365
que me haceis pasar con el.
ISABEL. iQue! ?mi audacia os maravilla?
Pero estando ya tan lleno
el corazon de veneno,
fuerza es que rompa su orilla. 370
No a vos, a la piedra inerte
de esa muralla desnuda,
a esa boveda que muda
oyo mi queja de muerte,
a este suelo donde mella 375
pudo hacer el llanto mio,
a no ser tan duro y frio
como alguno que le huella,
para testigos invoco
de mi doloroso afan; 380
que, si alivio no le dan,
no les ofende tampoco.
MARGARITA (_aparte_). ?Quien con animo sereno
la oyera?--El dolor mitiga;
de una madre, de una amiga 385
ven al carinoso seno.
Conoceme, y no te ahuyente
la faz severa que ves:
mascara forzosa es,
que dio el pesar a mi frente; 390
pero tras ella te espera,
para templar tu dolor,
el tierno, indulgente amor
de una madre verdadera.
ISABEL. iMadre mia! (_Abrazanse._)
MARGARITA. Mi ternura 395
te oculte ... porque debi...
iHa quince anos que hay aqui
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