en las olas, i medio ahogados en la Costa de la
misma Isla, sin que faltasen mas de los tres, que la Barca havia tomado
debaxo. Los que quedamos escapados, desnudos como nascimos, i perdido
todo lo que traiamos: i aunque todo valia poco, para entonces valia
mucho. Y como entonces era por Noviembre, i el frio mui grande, i
nosotros tales, que con poca dificultad nos podian contar los huesos,
estabamos hechos propria figura de la Muerte. De mi se decir, que desde
el mes de Maio pasado, Yo no havia comido otra cosa sino Maiz tostado, i
algunas veces me vi en necesidad de comerlo crudo; porque aunque se
mataron los Caballos, entretanto que las Barcas se hacian, Yo nunca pude
comer de ellos, i no fueron diez veces las que comi pescado. Esto digo,
por escusar racones, porque pueda cada vno ver, que tales estariamos. Y
sobre todo lo dicho, havia sobrevenido viento Norte, de suerte, que mas
estabamos cerca de la muerte, que de la vida: plugo a Nuestro Senor, que
buscando los ticones del fuego, que alli haviamos hecho, hallamos lumbre
con que hicimos grandes fuegos: i ansi estuvimos pidiendo a Nuestro
Senor misericordia, i perdon de nuestros pecados, derramando muchas
lagrimas, haviendo cada vno lastima, no solo de si, mas de todos los
otros, que en el mismo estado vian. Y a hora de puesto el Sol, los
Indios, creiendo que no nos haviamos ido, nos bolvieron a buscar, i a
traernos de comer: mas quando ellos nos vieron ansi en tan diferente
habito del primero, i en manera tan estrana, espantaronse tanto, que se
bolvieron atras. Yo sali a ellos, i llamelos, i vinieron mui espantados,
hicelos entender por senas, como se nos havia hundido vna Barca, i se
havian ahogado tres de nosotros: i alli en su presencia, ellos mismos,
vieron dos muertos, i los que quedabamos, ibamos aquel camino. Los
Indios de ver el desastre que nos havia venido, y el desastre en que
estabamos, con tanta desventura, i miseria se sentaron entre nosotros: i
con el gran dolor, i lastima que ovieron de vernos en tanta fortuna,
comencaron todos a llorar recio, i tan de verdad, que lexos de alli se
podia oir, i esto les duro mas de media hora: i cierto, ver que estos
Hombres, tan sin racon, i tan crudos, a manera de Brutos, se dolian
tanto de nosotros, hico que en mi, i en otros de la compania cresciese
mas la pasion, i la consideracion de nuestra desdicha. Sosegado ia este
llanto, Yo pregunte a los Christianos, i dixe, que si a ellos parescia,
rogaria a aquellos Indi
|