amos llorando, fuimonos con los
otros a sus Casas, i de los que en ellas estaban fuimos bien rescebidos,
i truxeron sus Hijos para que les tocasemos las manos, i dabannos mucha
Harina de Mezquiquez. Este Mezquiquez es vna Fruta, que quando esta en
el Arbol es mui amarga, i es de la manera de Algarrovas, i comese con
Tierra, i con ella esta dulce, i bueno de comer. La manera que tienen
con ella es esta: que hacen vn hoio en el suelo, de la hondura que cada
vno quiere; i despues de echada la Fruta en este hoio, con vn palo tan
gordo como la pierna, i de braca i media en largo, la muelen hasta mui
molida; i demas que se le pega de la Tierra del hoio, traen otros punos,
i echanla en el hoio, i tornan otro rato a moler, i despues echanla en
vna Vasija, de manera de vna Espuerta, i echanle tanta Agua, que basta a
cubrirla, de suerte que quede Agua por cima, i el que la ha molido
pruebala, i si le paresce que no esta dulce, pide Tierra, i rebuelvela
con ella, i esto hace hasta que la halla dulce, i asientanse todos al
rededor, i cada vno mete la mano, i saca lo que puede, i las Pepitas de
ella tornan a echar sobre vnos Cueros, i las Cascaras; i el que lo ha
molido las coge, i las torna a echar en aquella Espuerta, i echa Agua
como de primero, i tornan a espremir el Cumo, i Agua que de ello sale, i
las Pepitas, i Cascaras tornan a poner en el Cuero, i de esta manera
hacen tres, o quatro veces cada moledura: i los que en este Banquete,
que para ellos es mui grande, se hallan, quedan las Barrigas mui grandes
de la Tierra, i Agua que han bebido, i de esto nos hicieron los Indios
mui gran Fiesta, i hovo entre ellos mui grandes Bailes, i Areitos, en
tanto que alli estuvimos. Y quando de noche durmiamos a la puerta del
Rancho donde estabamos, nos velaban a cada vno de nosotros seis Hombres,
con gran cuidado, sin que nadie nos osase entrar dentro, hasta que el
Sol era salido. Quando nosotros nos quisimos partir de ellos, llegaron
alli vnas Mugeres de otros, que vivian adelante: i informados de ellas
donde estaban aquellas Casas, nos partimos para alla, aunque ellos nos
rogaron mucho, que por aquel dia nos detuviesemos, porque las Casas
adonde ibamos estaban lexos, i no havia camino para ellas, i que
aquellas Mugeres venian cansadas, i descansando, otro dia se irian con
nosotros, i nos guiarian, i ansi nos despedimos; i dende a poco las
Mugeres que havian venido, con otras del mismo Pueblo, se fueron tras
nosotros: mas como por la Tierra
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