ino a verla, i la embiaron por la Tierra adentro, para
que la viesen los que alla estaban, i por esto hicieron muchos Bailes, i
Fiestas, como ellos suelen hacer; i otro dia le corte los dos puntos al
Indio, i estaba sano; i no parescia la herida que le havia hecho sino
como vna raia de la palma de la mano, i dixo, que no sentia dolor, ni
pena alguna: i esta cura nos dio entre ellos tanto credito por toda la
Tierra, quanto ellos podian, i sabian estimar, i encarescer.
Mostramosles aquel Cascavel que traiamos, i dixeronnos, que en aquel
Lugar de donde aquel havia venido, havia muchas Planchas de aquello
enterradas, i que aquello era cosa que ellos tenian en mucho; i havia
Casas de asiento, i esto creemos nosotros que es la Mar del Sur, que
siempre tuvimos noticia, que aquella Mar es mas rica que la del Norte.
De estos nos partimos, i anduvimos por tantas suertes de Gentes, i de
tan diversas Lenguas, que no basta memoria a poderlas contar, i siempre
saqueaban los vnos a los otros; i asi los que perdian, como los que
ganaban, quedaban mui contentos. Llevabamos tanta compania, que en
ninguna manera podiamos valernos con ellos. Por aquellos Valles donde
ibamos, cada vno de ellos llevaba vn Garrote, tan largo como tres
palmos, i todos iban en ala; i en saltando alguna Liebre (que por alli
havia hartas) cercabanla luego, i caian tantos Garrotes sobre ella, que
era cosa de maravilla, i de esta manera la hacian andar de vnos para
otros, que a mi ver era la mas hermosa caca que se podia pensar, porque
muchas veces ellas se venian hasta las manos; i quando a la noche
parabamos, eran tantas las que nos havian dado, que traia cada vno de
nosotros ocho, o diez cargas de ellas; i los que traian Arcos no
parescian delante de nosotros, antes se apartaban por la Sierra a buscar
Venados; i a la noche quando venian, traian para cada vno de nosotros
cinco, o seis Venados, i Paxaros, i Codornices, i otras cacas:
finalmente, todo quanto aquella Gente hallaban, i mataban, nos lo ponian
delante, fin que ellos osasen tomar ninguna cosa, aunque muriesen de
hambre, que asi lo tenian ia por costumbre, despues que andaban con
nosotros, i sin que primero lo santiguasemos; i las Mugeres traian
muchas Esteras, de que ellos nos hacian Casas, para cada vno la suia a
parte, i con toda su Gente conoscida: i quando esto era hecho,
mandabamos que asasen aquellos Venados, i Liebres, i todo lo que havian
tomado; i esto tambien se hacia mui presto en vnos Hornos,
|