dicos, aunque en atrevimiento, i osar acometer, qualquier cura, era Yo
mas senalado entre ellos; i ninguno jamas curamos, que no nos dixese,
que quedaba sano: i tanta confianca tenian, que havian de sanar, si
nosotros los curasemos, que creian, que en tanto que nosotros alli
estuviesemos, ninguno de ellos havia de morir. Estos, i los de mas
atras, nos contaron vna cosa mui estrana, i por la cuenta que nos
figuraron, parescia que havia quince, o diez i seis Anos, que havia
acontescido, que decian, que por aquella Tierra anduvo vn Hombre, que
ellos llaman Mala cosa, i que era pequeno de cuerpo, i que tenia barbas,
aunque nunca claramente le pudieron ver el rostro, i que guando venia a
la Casa, donde estaban, se les levantaban los cabellos, i temblaban, i
luego parescia a la puerta de la Casa vn ticon ardiendo: i luego aquel
Hombre entraba, i tomaba al que queria de ellos, i dabales tres
cuchilladas grandes por las hijadas, con vn Pedernal mui agudo, tan
ancho como vna mano, i dos palmos en luengo, i metia la mano por
aquellas cuchilladas, i sacabales las tripas, i que cortaba de vna tripa
poco mas, o menos de vn palmo, i aquello que cortaba echaba en las
brasas, i luego le daba tres cuchilladas en vn braco; i la segunda daba
por la sangradura, i desconcertabaselo, i dende a poco se lo tornaba a
concertar, i poniale las manos sobre las heridas, i deciannos, que luego
quedaban sanos: i que muchas veces, quando bailaban, aparescia entre
ellos en habito de Muger vnas veces, i otras como Hombre: i quando el
queria, tomaba el Buhio, o Casa, i subiala en alto, i dende a vn poco
caia con ella, i daba mui gran golpe. Tambien nos contaron, que muchas
veces le dieron de comer, i que nunca jamas comio, i que le preguntaban
donde venia, i a que parte tenia su Casa, i que les mostro vna hendedura
de la Tierra, i dixo, que su Casa era alla debaxo. De estas cosas, que
ellos nos decian, nosotros nos reiamos mucho, burlando de ellas: i como
ellos vieron que no lo creiamos, truxeron muchos de aquellos, que decian
que el havia tomado, i vimos las senales de las cuchilladas, que el
havia dado en los lugares, en la manera que ellos contaban. Nosotros les
diximos, que aquel era vn malo; i de la mejor manera que podimos les
dabamos a entender, que si ellos creiesen en Dios Nuestro Senor, i
fuesen Christianos, como nosotros, no ternian miedo de aquel, ni el
osaria venir a hacelles aquellas cosas; i que tuviesen por cierto, que
en tanto que nosotros
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