. Ya he dicho, como por toda esta Tierra
anduvimos desnudos, i como no estabamos acostumbrados a ello, a manera
de Serpientes, mudabamos los Cueros dos veces en el ano: i con el Sol, i
Aire haciansenos en los pechos, i en las espaldas, vnos empeines mui
grandes, de que rescebiamos mui gran pena, por racon de las mui grandes
cargas, que traiamos, que eran mui pesadas, i hacian, que las cuerdas se
nos metian por los bracos; i la Tierra es tan aspera, i tan cerrada, que
muchas veces haciamos Lena en Montes, que quando la acababamos de sacar,
nos corria por muchas partes sangre, de las espinas, i matas con que
topabamos, que nos rompian por donde alcancaban. A las veces me
acontescio hacer Lena, donde despues de haverme costado mucha sangre, no
la podia sacar, ni acuestas, ni arrastrando. No tenia, quando en estos
trabajos me via, otro remedio, ni consuelo, sino pensar en la Pasion de
Nuestro Redemptor Jesu-Christo, i en la Sangre, que por mi derramo, i
considerar quanto mas seria el tormento, que de las Espinas el padescio,
que no aquel, que Yo entonces sufria. Contrataba con estos Indios,
haciendoles Peines, i con Arcos, i con Flechas, i con Redes. Haciamos
Esteras, que son Casas, de que ellos tienen mucha necesidad: i aunque lo
saben hacer, no quieren ocuparse en nada, por buscar entretanto que
comer, i quando entienden en esto, pasan mui gran hambre. Otras veces me
mandaban raer Cueros, i ablandarlos: i la maior prosperidad en que Yo
alli me vi, era, el dia que me daban a raer alguno, porque Yo lo raia
mui mucho, i comia de aquellas raeduras, i aquello me bastaba para dos,
o tres dias. Tambien nos acontescio con estos, i con los que atras
havemos dexado, darnos vn pedaco de carne, i comernoslo asi crudo,
porque si lo pusieramos a asar, el primer Indio que llegaba, se lo
llevaba, i comia: parescianos, que no era bien ponerla en esta ventura,
i tambien nosotros no estabamos tales, que nos dabamos pena comerlo
asado, i no lo podiamos tambien pasar como crudo. Esta es la vida; que
alli tuvimos, i aquel poco sustentamiento lo ganabamos con los Rescates,
que por nuestras manos hecimos.
_CAP. XXIII. Como nos partimos, despues de haver comido los Perros._
Despues que comimos los Perros, paresciendonos que teniamos algun
esfuerco para poder ir adelante, encomendamonos a Dios Nuestro Senor,
para que nos guiase, nos despedimos de aquellos Indios, i ellos nos
encaminaron a otros de su Lengua, que estaban cerca de alli. E ie
|