ararla de alli.
Transcurre media hora.
La fragata despliega al viento su blanco velamen; hunde la proa en las
aguas, como si dirigiera un galante saludo de despedida al puerto, y,
deslizando rapidamente su quilla, desaparece en breve detras de San
Martin.
Al perderla de vista no cayo la pobre aldeana exanime sobre las losas
del Muelle, porque Dios ha dado a estas criaturas una fuerza y una fe
tan grandes como sus infortunios....
IV
Aquella misma tarde, a la caida del sol, atravesaban tio Nardo y su
mujer la extensa sierra que conduce a su lugar. Mustios iban los dos y
cabizbajos, el uno en pos del otro. Pensaban en Andres. Pero tia Nisca,
de imaginacion mas activa que su marido, examinaba interiormente el
cuadro de sus pesares, iy no le faltaban causas con que justificar toda
la amargura de los dolores que sentia! Por eso no pudo menos de dirigir
un duro apostrofe a la tierra que pisaba, viendola poblada de asperos
escajos, y cuya aparente esterilidad alejaba de ella a sus hijos para
buscar en pais remoto lo que la madre patria no podia darles. iCargo
injusto, por cierto, y que, perpetuamente en boca de tantos ignorantes,
sostiene en esta provincia la plaga de emigracion que la despuebla!...
Pero antes que de la pluma se me escapen ciertas reflexiones, mas
propias del periodista que del pintor, volvamos a nuestros personajes,
aunque no sea mas que para despedirnos de ellos.
Es ya inutil: pasada la sierra, han desaparecido por una extrecha y
larga calleja formada por dos frondosas seturas, verde y pintoresco
toldo cuyas paredes no pueden atravesar los debiles rayos del sol que va
a ocultarse: tampoco se columbra un alma en la campina; y solo turba el
silencio de aquella soledad la voz de una mujer que, desde el fondo de
la calleja, canta a grito pelado:
"A las Indias van los hombres,
a las Indias por ganar:
las Indias aqui las tienen
si quisieran trabajar."
Esta mujer ha debido de encontrar, yendo a la fuente, a tia Nisca y a su
marido. Quizas al verlos caminar silenciosa y tristemente hacia su casa,
ha recordado esa estrofa que, por otra parte viene como de molde para
dar fin a este cuadro, porque precisamente es la sintesis de el.
LA COSTURERA
(PINTADA POR SI MISMA)
--Que linda esta usted hoy, Teresa!
--iVaya!
--Es la pura verdad. Ese panolito de crespon rojo junto a ese cuello tan
blanco....
--iDale!
--Ese pelo, tan negro como los
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