eridad.--Pero dispensele usted,
Sr. D. Inocencio... porque el ignora que usted tiene un
sobrinito, el cual, aunque recien salido de la Universidad,
[10] es un portento en la abogacia.
--Yo hablo en terminos generales--manifesto Pepe con
firmeza.--Siendo, como soy, hijo de un abogado ilustre, no
puedo desconocer que algunas personas ejercen esta noble
profesion con verdadera gloria.
[15] --No... si mi sobrino es un chiquillo todavia--dijo
el canonigo, afectando humildad.--Muy lejos de mi animo
afirmar que es un prodigio de saber, como el Sr. de Rey.
Con el tiempo ?quien sabe?... Su talento no es brillante
ni seductor. Por supuesto, las ideas de Jacintito son
[20] solidas, su criterio sano; lo que sabe lo sabe a macha
martillo. No conoce sofisterias ni palabras huecas....
Pepe Rey aparecia cada vez mas inquieto. La idea de
que, sin quererlo, estaba en contradiccion con las ideas
de los amigos de su tia, le mortificaba, y resolvio callar por
[25] temor a que el y D. Inocencio concluyeran tirandose los
platos a la cabeza. Felizmente, el esquilon de la catedral,
llamando a los canonigos a la importante tarea del coro, le
saco de situacion tan penosa. Levantose el venerable
varon y se despidio de todos, mostrandose con Pepe tan
[30] lisonjero, tan amable, cual si la amistad mas intima desde
largo tiempo les uniera. El canonigo, despues de ofrecerse
a el para servirle en todo, le prometio presentarle a su
sobrino, a fin de que le acompanase a ver la poblacion, y le
dijo las expresiones mas carinosas, dignandose agraciarle al
salir con una palmadita en el hombro. Pepe Rey, aceptando 44
con gozo aquellas formulas de concordia, vio, sin embargo,
el cielo abierto cuando el sacerdote salio del comedor y de
la casa.
VIII
=A toda prisa=
[5] Poco despues la escena habia cambiado. Don Cayetano,
encontrando descanso a sus sublimes tareas en un dulce
sueno que de el se amparo, yacia blandamente en un sillon
del comedor. Dona Perfecta andaba en la casa tras sus
quehaceres. Rosarito, sentandose junto a una de las
[10] vidrieras que a la huerta se abrian, miro a su primo, diciendole
con la muda oratoria de los ojos:
--Primo, sientate aqui junto a mi, y dime todo eso que
tienes que deci
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