ra.
Por fin esto concluyo, porque todo concluye en este
mundo. Retirose el senor dean, dejando la casa vacia, y
bien pronto no quedo de la senora alcaldesa mas que un
eco, semejante al zumbido que recuerda en la humana oreja 70
el reciente paso de una tempestad. El juez privo tambien
a la tertulia de su presencia, y por fin D. Inocencio dio a su
sobrino la senal de partida.
[5] --Vamos, nino, vamonos que es tarde--le dijo sonriendo.
--iCuanto has mareado a la pobre Rosarito!... ?Verdad,
nina? Anda, buena pieza, a casa pronto.
--Es hora de acostarse--dijo dona Perfecta.
--Hora de trabajar--repuso el abogadillo.
[10] --Por mas que le digo que despache los negocios de dia--anadio
el canonigo,--no hace caso.
--iSon tantos los negocios... pero tantos...!
--No, di mas bien que esa endiablada obra en que te has
metido... El no lo quiere decir, Sr. D. Jose; pero sepa
[15] usted que se ha puesto a escribir una obra sobre _La influencia
de la mujer en la sociedad cristiana_, y ademas una
_Ojeada sobre el movimiento catolico en_... no se donde.
?Que entiendes tu de _ojeadas_ ni de _influencias_?... Estos
rapaces del dia se atreven a todo. iUf... que chicos!...
[20] Con que vamonos a casa. Buenas noches, senora dona
Perfecta... buenas noches, Sr. D. Jose... Rosarito....
--Yo esperare al Sr. D. Cayetano--dijo Jacinto,--para
que me de el _Augusto Nicolas._
--iSiempre cargando libros... hombre!... A veces
[25] entras en casa que pareces un burro. Pues bien, esperemos.
--El Sr. D. Jacinto--dijo Pepe Rey,--no escribe a la
ligera y se prepara bien para que sus obras sean un tesoro
de erudicion.
--Pero ese nino va a enfermar de la cabeza, Sr. D. Inocencio--
[30] objeto dona Perfecta.--Por Dios, mucho cuidado.
Yo le pondria tasa en sus lecturas.
--Ya que esperamos--indico el doctorcillo con notorio
acento de presuncion,--me llevare tambien el tercer tomo
de _Concilios_, ?No le parece a usted, tio?...
--Hombre, si; no dejes eso de la mano. Pues no 71
faltaba mas.
Felizmente llego pronto el Sr. D. Cayetano (que tertuliaba
de ordinario en casa de D. Lorenzo Ruiz), y entregados los
[5] libros, marcharonse tio y sobrino.
Rey leyo en el triste semblante de su prima deseo muy
vivo de hablarle. Acercose a
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