star; tanta era su
confusion.
--Me refiero al suceso de esta tarde.
--iAh!... ya.
--A la expulsion de usted del sagrado recinto de la
[20] iglesia catedral.
--El senor obispo--dijo Pepe Rey,--debia pensarlo
mucho antes de arrojar a un cristiano de la iglesia.
--Y es verdad, yo no se quien le ha metido en la cabeza
a Su Ilustrisima que usted es hombre de malisimas costumbres;
[25] yo no se quien le ha dicho que usted hace alarde de
ateismo en todas partes; que se burla de las cosas y personas
sagradas, y aun que proyecta derribar la catedral
para edificar con sus piedras una gran fabrica de alquitran.
Yo he procurado disuadirle; pero Su Ilustrisima es un poco
[30] terco.
--Gracias por tanta bondad.
--Y eso que el senor Penitenciario no tiene motivos para
guardarte tales consideraciones. Por poco mas le dejan en
el sitio esta tarde.
--iBah!... ?pues que?--dijo el sacerdote riendo.--?Ya 100
se tiene aqui noticia de la travesurilla?... Apuesto
a que Maria Remedios vino con el cuento. Pues se lo
prohibi, se lo prohibi de un modo terminante. La cosa en
[5] si no vale la pena, ?no es verdad, Sr. de Rey?
--Puesto que usted lo juzga asi....
--Ese es mi parecer. Cosas de muchachos... La
juventud, digan lo que quieran los modernos, se inclina
al vicio y a las acciones viciosas. El Sr. D. Jose, que es
una persona de grandes prendas, no podia ser perfecto...
?que tiene de particular que esas graciosas ninas le sedujeran,
y despues de sacarle el dinero le hicieran complice
de sus desvergonzados y criminales insultos a la vecindad?
Querido amigo mio, por la dolorosa parte que me cupo en
[15] los juegos de esta tarde--anadio, llevandose la mano a la
region lastimada,--no me doy por ofendido, ni siquiera
mortificare a usted con recuerdos de tan desagradable incidente.
He sentido verdadera pena al saber que Maria
Remedios habia venido a contarlo todo... Es tan chismosa
[20] mi sobrina... Apostamos a que tambien conto lo
de la media onza, y los retozos de usted con las ninas en el
tejado, y las carreras y pellizcos, y el bailoteo de D. Juan
Tafetan... iBah! estas cosas debieran quedarse en
secreto.
[25] Pepe Rey no sabia lo que le mortificaba mas, si la severidad
de su tia o las hipocritas condescendencias del
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