para ir a su
cuarto. En la galeria hallose frente a frente con su troyano
antagonista, y no pudo reprimir la risa al ver la torva seriedad
del ofendido cortejo.
[15] --Una palabra--dijo este plantandose descaradamente
ante el ingeniero.--?Usted sabe quien soy yo?
Diciendo esto puso la pesada mano en el hombro del
joven con tan insolente franqueza, que este no pudo menos
de rechazarle energicamente.
[20] --No es preciso aplastar para eso.
El valenton, ligeramente desconcertado, se repuso al
instante, y mirando a Rey con audacia provocativa, repitio
su estribillo.
--?Sabe usted quien soy yo?
[25] --Si: ya se que es usted un animal.
Apartole bruscamente hacia un lado y entro en su cuarto.
Segun el estado del cerebro de nuestro desgraciado amigo
en aquel instante, sus acciones debian sintetizarse en el
siguiente brevisimo y definitivo plan: romperle la cabeza a
[30] Caballuco sin perdida de tiempo; despedirse en seguida de
su tia con razones severas, aunque corteses, que le llegaran
al alma; dar un frio adios al canonigo y un abrazo al inofensivo
D. Cayetano; administrar, por fin de fiesta, una
paliza al tio Licurgo; partir de Orbajosa aquella misma
noche y sacudirse el polvo de los zapatos a la salida de la 107
ciudad.
Pero los pensamientos del perseguido joven no podian
apartarse, en medio de tantas amarguras, de otro
[5] desgraciado ser a quien suponia en situacion mas aflictiva y
angustiosa que la suya propia. Tras el ingeniero entro en la
estancia una criada.
--?Le diste mi recado?--pregunto el.
--Si, senor, y me dio esto.
[10] Rey tomo de las manos de la muchacha un pedacito de
periodico, en cuyo margen leyo estas palabras: "Dicen que
te vas. Yo me muero."
Cuando volvio al comedor, el tio Licurgo se asomaba a
la puerta preguntando:
[15] --?A que hora hace falta la jaca?
--A ninguna--contesto vivamente Rey.
--?Luego no te vas esta noche?--dijo dona Perfecta.--Mejor
es que lo dejes para manana.
--Tampoco.
[20] --?Pues cuando?
--Ya veremos--dijo friamente el joven mirando a su
tia con imperturbable calma.--Por ahora no pienso
marcharme.
Sus ojos lanzaban energico reto.
[25] Dona Perfecta se puso primero encendida, palida despues.
Miro al canonigo que se habia quitado la
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