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la mayor, recogiendo los enseres.
Pepe Rey se echo instintivamente mano al bolsillo. De
buena gana les hubiera dado una limosna. El espectaculo
[5] de aquellas infelices huerfanas, condenadas por el mundo
a causa de su frivolidad, le entristecia sobre manera. Si el
unico pecado de las Troyas, si el unico desahogo con que
compensaban su soledad, su pobreza y abandono, era tirar
cortezas de naranja al transeunte, bien se las podia disculpar.
[10] Quizas las austeras costumbres del poblachon en que vivian
las habia preservado del vicio; pero las desgraciadas carecian
de compostura y comedimiento, formula comun y mas
visible del pudor, y bien podia suponerse que habian echado
por la ventana algo mas que cascaras. Pepe Rey sentia
[15] hacia ellas una lastima profunda. Observo sus miserables
vestidos, compuestos, arreglados y remendados de mil
modos para que pareciesen nuevos, observo sus zapatos
rotos... y otra vez se llevo la mano al bolsillo.
--Podra el vicio reinar aqui--dijo para si;--pero las
[20] fisonomias, los muebles, todo me indica que estos son los
infelices restos de una familia honrada. Si estas pobres
muchachas fueran tan malas como dicen, no vivirian tan
pobremente ni trabajarian. iEn Orbajosa hay hombres
ricos!
[25] Las tres ninas se le acercaban sucesivamente. Iban de
el al balcon, del balcon a el, sosteniendo conversacion
picante y ligera, que indicaba, fuerza es decirlo, una
especie de inocencia en medio de tanta frivolidad y
despreocupacion.
[30] --Sr. D. Jose, ique excelente senora es dona Perfecta!
--Es la unica persona de Orbajosa que no tiene apodo,
la unica persona de que no se habla mal en Orbajosa.
--Todos la respetan.
--Todos la adoran.
A estas frases el joven respondia con alabanzas de su 92
tia; pero se le pasaban ganas de sacar dinero del bolsillo y
decir: "Maria Juana, tome usted para unas botas. Pepa,
tome usted para que se compre un vestido. Florentina,
[5] tome usted para que coman una semana...." Estuvo a
punto de hacerlo como lo pensaba. En un momento en
que las tres corrieron al balcon para ver quien pasaba, don
Juan Tafetan se acerco a el y en voz baja le dijo:
--iQue monas son! ?No es verdad?... iPobres
[10] criaturas! Parece mentira que sean tan alegres, cuando...
bien
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