l dia. Desaparece
[10] su cara entre un follaje espeso, compuesto de mil
suertes de encajes rizados con tenacillas, y la corona de
media vara de alto, rodeada de rayos de oro, es un disforme
catafalco que le han armado sobre la cabeza. De la misma
tela y con los mismos bordados son los pantalones del Nino
[15] Jesus... No quiero seguir, porque la descripcion de como
estan la madre y el hijo me llevaria quizas a cometer alguna
irreverencia. No dire mas, sino que me fue imposible tener
la risa y que por breve rato contemple la profanada imagen,
exclamando: "iMadre y senora mia, como te han puesto!"
[20] Concluidas estas palabras, Pepe observo a sus oyentes, y
aunque a causa de la sombra crepuscular no se distinguian
bien los semblantes, creyo ver en alguno de ellos senales de
amarga consternacion.
--Pues Sr. D. Jose--exclamo vivamente el canonigo,
[25] riendo y con expresion de triunfo,--esa imagen que a la
filosofia y panteismo de usted parece tan ridicula, es nuestra
Senora del Socorro, patrona y abogada de Orbajosa, cuyos
habitantes la veneran de tal modo que serian capaces de
arrastrar por las calles al que hablase mal de ella. Las
[30] cronicas y la historia, senor mio, estan llenas de los milagros
que ha hecho, y aun hoy dia vemos constantemente
pruebas irrecusables de su proteccion. Ha de saber usted
tambien que su senora tia dona Perfecta es camarera mayor
de la Santisima Virgen del Socorro, y que ese vestido que
a usted le parece tan grotesco... pues... digo que ese 63
vestido tan grotesco a los impios ojos de usted, salio de
esta casa, y que los pantalones del Nino obra son juntamente
de la maravillosa aguja y de la acendrada piedad de
[5] su prima de usted, Rosarito, que nos esta oyendo.
Pepe Rey se quedo bastante desconcertado. En el
mismo instante levantose bruscamente dona Perfecta, y sin
decir una palabra se dirigio hacia la casa, seguida por el
senor Penitenciario. Levantaronse tambien los restantes.
[10] Disponiase el aturdido joven a pedir perdon a su prima por
la irreverencia, cuando observo que Rosarito lloraba. Clavando
en su primo una mirada de amistosa y dulce reprension,
exclamo:
--iPero que cosas tienes!
[15] Oyose la voz de dona Perfecta que con alterado acento
gritaba:
--iRosario, Rosario!
Esta
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