eslizandose entre tanto obstaculo, mas de un centenar de
muchachuelos del corte de nuestro aspirante a indiano. Todo esto junto
produce un ruido infernal. Tio Nardo se marea, su mujer solloza y Andres
observa impavido.
De aquella turba de ninos, algunos lloran, otros meditan tristemente
reclinados contra la borda, otros miran atonitos cuanto les rodea...,
imuy pocos rien! Todos, como Andres, van a America buscando la fortuna;
todos van, como el, poco mas que a merced de la casualidad.... Seamos
exactos: muchos de ellos no llevan ni siquiera una carta como la de don
Damian.
De todos los que acompanan a Andres, acaso no encuentre uno solo lo que
va buscando; quiza todos ellos contemplen por la ultima vez de su vida
la tierra sobre que han nacido.
Tia Nisca logra ver el sitio que se destina a su hijo en la fragata.
Sobre la carga que esta lleva en sus bodegas, se han tendido unas tablas
de pino; entre estas tablas y la cubierta, espacio mucho mas bajo que la
talla de un hombre, se han colocado en fila tantas colchonetas como son
los pasajeros: una de ellas es la de Andres. Este departamento es el que
se conoce con el nombre de _sollado_. La pobre madre se estremece al ver
la mezquindad del sitio destinado al reposo de su hijo. Aquello es
insano, no tiene bastante ventilacion...; isi Andres se pusiera
enfermo!...
No corre, vuela en busca del capitan.... Quiere gratificarle..., comprar
un poco de comodidad para aquella inocente criatura. Se palpa los
bolsillos, rebusca los de su marido; pero solo puede reunir ... imedio
duro! iY el capitan es un senor tan elegante! ?Con que cara le ha de
ofrecer ella diez reales? Pero nota, en su defecto, que tiene la mirada
muy noble. Se decide a hablarle, y entre lagrimas y sollozos,
--Senor--le dice,--el hijo mio que va a la Habana es Andres, aquel
muchacho tan guapo y tan listo que esta mirando hacia aca. Creame usted,
senor: no va en primera camara porque ni aun vendiendo la camisa
hubieramos podido reunir tanto dinero si habiamos de dejarle algo al
pobre muchacho por lo que pudiera sucederle fuera de su casa. Le juro a
usted que es la pura verdad lo que le digo. Pero yo no sabia que el
sitio donde tenia que ir era tan angosto, que si no, iay, Dios mio! ...
mire usted senor, somos unos pobres; pero si al mi Andres le atendieran
algo por el camino.... No es esto decir que yo desconfie de usted, iave
Maria Purisima! Usted es hombre honrado, y no hay mas que mirarle para
... v
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