rada. Le responde dona Perfecta de un modo
[25] altanero, sin dignarse fijar en el los ojos, por cuya razon el
pide urbanamente explicaciones de tal desvio, a lo cual ella
contesta rogando al Sr, Pinzon abandone su casa, sin perjuicio
de dar oportunamente cuenta de su alevosa conducta
dentro de ella. Llega D. Cayetano y se cruzan palabras de
[30] caballero a caballero; pero como ahora nos interesa mas
otro asunto, dejemos a los Polentinos y al teniente coronel 187
que se las compongan como puedan, y pasemos a examinar
aquello de los manantiales arriba mencionados.
Fijemos la atencion en Maria Remedios, mujer estimable,
[5] a la cual es urgente consagrar algunas lineas. Era una
senora, una verdadera senora, pues a pesar de su origen
humildisimo, las virtudes de su tio carnal el Sr. D.
Inocencio, tambien de bajo origen, mas sublimado por
el Sacramento asi como por su saber y respetabilidad,
[10] habian derramado extraordinario esplendor sobre toda la
familia.
El amor de Remedios a Jacinto era una de las mas vehementes
pasiones que en el corazon maternal pueden caber.
Le amaba con delirio; ponia el bienestar de su hijo sobre
[15] todas las cosas humanas; creiale el mas perfecto tipo de la
belleza y del talento, creados por Dios, y diera por verle
feliz y grande y poderoso, todos los dias de su vida y aun
parte de la eterna gloria. El sentimiento materno es el
unico que, por lo muy santo y noble, admite la exageracion;
[20] el unico que no se bastardea con el delirio. Sin embargo,
ocurre un fenomeno singular que no deja de ser comun en
la vida, y es que si esta exaltacion del afecto materno no
coincide con la absoluta pureza del corazon y con la honradez
perfecta, suele extraviarse y convertirse en frenesi
[25] lamentable, que puede contribuir como otra cualquiera
pasion desbordada, a grandes faltas y catastrofes.
En Orbajosa, Maria Remedios pasaba por un modelo de
virtud y de sobrinas: quizas lo era en efecto. Servia carinosamente
a cuantos la necesitaban; jamas dio motivo a
[30] hablillas y murmuraciones de mal genero; jamas se mezclo
en intrigas. Era piadosa, no sin dejarse llevar a extremos
de mojigateria chocante; practicaba la caridad; gobernaba
la casa de su tio con habilidad suprema; era bien recibida,
admirada y obsequiada en todas partes, a pes
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