e le escondamos en casa.
--?Aqui?
[10] Canonigo y sobrina se miraron.
--iQue baje!--dijo dona Perfecta con vehemente
frase.
--?Aqui?--repitio D. Inocencio poniendo cara de mal
humor.
[15] --Aqui--contesto la senora.--No conozco casa donde
pueda estar mas seguro.
--Puede saltar facilmente por la ventana de mi cuarto--dijo
Jacinto.
--Pues si es indispensable....
[20] --Maria Remedios--dijo la senora.--Si nos cogen a
este hombre, todo se ha perdido.
--Tonta y simple soy--repuso la sobrina del canonigo,
poniendose la mano en el pecho y ahogando el suspiro que
sin duda iba a salir al publico;--pero no le cogeran.
[25] La senora salio rapidamente, y poco despues el Centauro
se arrellanaba en la butaca donde el Sr. D. Inocencio solia
sentarse a escribir sus sermones.
No sabemos como llego a oidos del brigadier Batalla;
pero es indudable que este diligente militar tenia noticia de
[30] que los orbajosenses habian variado de intenciones, y en la
manana de aquel dia dispuso la prision de los que en nuestro
rico lenguaje insurreccional solemos llamar _caracterizados_.
Salvose por milagro el gran Caballuco, refugiandose en
casa de las Troyas; pero no creyendose alli seguro, bajo,
como se ha visto, a la santa y no sospechosa mansion del 185
buen canonigo.
Por la noche la tropa, establecida en diversos puntos del
pueblo, ejercia la mayor vigilancia con los que entraban y
[5] salian; pero Ramos logro evadirse burlando o quizas sin
burlar las precauciones militares. Esto acabo de encender
los animos, y multitud de gente se conjuraba en los caserios
cercanos a Villahorrenda, juntandose de noche para dispersarse
de dia y preparar asi el arduo negocio de su levantamiento.
[10] Ramos recorrio las cercanias allegando gente y
armas, y como las columnas volantes andaban tras los Aceros
en tierra de Villajuan de Nahara, nuestro heroe caballeresco
adelanto mucho en poco tiempo.
Por las noches arriesgabase con audacia suma a entrar en
[15] Orbajosa; valiendose de medios de astucia o tal vez de
sobornos. Su popularidad y la proteccion que recibia dentro
del pueblo servianle hasta cierto punto de salvaguardia,
y no sera aventurado decir que la tropa no desplegaba ante
aquel osado campeon el mismo rigor que ante los hombres
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