ueble.
--Falta que se hayan dejado prender--- indico Remedios.
[30] --Muchos de ellos... pero muchos--dijo D. Inocencio
con ademanes encomiados, dirigiendose a la senora,--han
tenido tiempo de huir y se han ido con armas y caballos
a Villahorrenda.
--?Y Ramos?
--En la catedral me dijeron que es el que buscan con 183
mas empeno... iOh, Dios mio! prender asi a unos infelices
que nada han hecho todavia... Vamos, no se como
los buenos espanoles tienen paciencia. Senora mia dona
[5] Perfecta, refiriendo esto de las prisiones, me he olvidado
decir a usted que debe marcharse a su casa al momento.
--Si, al momento... ?Registraran mi casa esos
bandidos?
--Quizas. Senora, estamos en un dia nefasto--dijo D.
[10] Inocencio con solemne y conmovido acento.--iDios se
apiade de nosotros!
--En mi casa tengo media docena de hombres muy bien
armados--repuso la dama, vivamente alterada. iQue
iniquidad! ?Seran capaces de querer llevarselos tambien?...
[15] --De seguro el Sr. Pinzon no se habra descuidado en
denunciarlos. Senora, repito que estamos en un dia nefasto.
Pero Dios amparara la inocencia.
--Me voy. No deje usted de pasar por alla.
--Senora, en cuanto despache la clase... y me figuro
[20] que con la alarma que hay en el pueblo, todos los chicos
haran novillos hoy; pero haya o no clase, ire despues por
alla... No quiero que salga usted sola, senora. Andan
por las calles esos zanganos de soldados con unos humos...
iJacinto, Jacinto!
[25] --No es preciso. Me marchare sola.
--Que vaya Jacinto--dijo la madre de este.--Ya debe
estar levantado.
Sintieronse los precipitados pasos del doctorcillo que
bajaba a toda prisa la escalera del piso alto. Venia con el
[30] rostro encendido, fatigado el aliento.
--?Que hay?--le pregunto su tio.
--En casa de las Troyas--dijo el jovenzuelo,--en casa
de esas... pues....
--Acaba de una vez.
--Esta Caballuco. 184
--?Alla arriba?... ?En casa de las Troyas?
--Si, senor... Me ha hablado desde el terrado, y me
ha dicho que esta temiendo le vayan a coger alli.
[5] --iOh, que bestia!... Ese majadero se va a dejar
prender--exclamo dona Perfecta, hiriendo el suelo con el
inquieto pie.
--Quiere bajar aqui y qu
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