e "a las Indias"....
Los abismos del mar, los estragos de un clima ardiente, los azares de
una fortuna ilusoria, el abandono, la soledad en medio de un pais tan
remoto ... nada les intimida; al contrario, todo estos obstaculos parece
que les excitan mas y mas el deseo de atropellarlos. ?No es cierto que
en America es de plata la moneda mas pequena de cuantas usualmente
circulan? Pues un montanes no necesita saber mas que esto para lanzarse
a esa tierra feliz; la vida que en la empresa arriesga le parece poco, y
otras ciento jugara impavido, si otras ciento tuviera.
?Hay quien lo duda? Ofrezca un pasaje gratis desde Santander a la Isla
de Cuba, o una garantia de pago al plazo de un ano, y vera los
aspirantes que a el acuden. Y no se apure porque el pasaje no sea en
primera camara: un montanes de pura raza atraviesa en el tope el Oceano,
si necesario fuese.
Diganle "a las Indias vamos", y con tan admirable fe se embarca en una
cascara de limon, como en un navio de tres puentes. Este heroismo suele
ir mas alla aun. Un indiano de semejante barro ve transcurrir los
mejores anos de su juventud de desengano en desengano, y no desmaya. No
hay trabajo que le arredre, ni contrariedad que apague su fe: la fortuna
esta sonriendole detras de sus desdichas, y la ve tan clara y tan
palpable entonces, como la vio de nino, cuando, sonando sus ricos dones,
se columpiaba en las altas ramas del nogal que asombraba su paterna
choza.
De lo cual se deduce que la honradez, la constancia y laboriosidad de un
montanes, son tan grandes como su ambicion.
Nadie, en buena justicia, podra quitar a esta noble raza un timbre que
tanto la honra.
Nuestro Andresillo, pues, vastago legitimo de ella, no bien supo hablar,
ya dijo a su madre que el seria indiano. Crecio en edad, y la idea de
irse a America fue el tema de todas sus ilusiones; y tanto y tanto
insistio en su proyecto, que su familia comenzo a deliberar sobre el muy
seriamente.
Un dia fueron tio Nardo y su mujer a consultarlo con don Damian,
indiano muy rico de aquellas inmediaciones, y de quien ya hemos oido
hablar. Don Damian habia hecho, es cierto, un gran caudal: esto es lo
que veia toda la poblacion de la comarca y lo que excitaba mas y mas en
los jovenes el deseo de emigrar; pero en lo que se fijaban muy pocos, si
es que alguno penso en ello, era en que don Damian se hizo rico a costa
de veinte anos de un trabajo constante; que en todo ese tiempo no dejo
un solo dia, una sola
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