que demonio: en cuanto llego a hacerse de moda en aquella calle la
reunion del pueblo, nos prohibio tocar el senor Corregidor. Yo no se
que se corria entonces por la ciudad sobre francmasoneria. La guerra del
frances habia dejado a las gentes muy recelosas y asombradizas, y la
nota de _afrancesado_ todavia quitaba el sueno a mas de cuatro
espanoles. Lo cierto es que por entonces comenzaron a gastar los
elegantes el _peque_ sobre el _sortut_, y las madamitas la _escofieta_
con sus _airones_ de a media vara; tambien se introdujeron en la mesa la
sopa a la _ubada_, el principio de _pulpiton_ y el postre de _compota_,
que de alli data el que ustedes usan...; en fin, que las senas eran
fatales; que se temia una logia a cada vuelta de esquina, y que creimos
muy natural la prohibicion del senor Corregidor, que temblaba, como el
nos dijo, toda reunion que pasara de tres individuos.
III
--Pues, senor, volviendo al asunto, y en la imposibilidad de referir
punto por punto toda la historia de mi juventud, porque no acabariamos
hoy, le dire a usted que a los cinco anos de mi practica de comerciante,
habiendo conocido perfectamente el manejo de los negocios y a una joven
vecina de mi principal, monte de cuenta propia un establecimiento de
generos de refino, y me case el dia mismo en que cumplia treinta y un
anos; cosa que me costo mis trabajillos, porque los once meses de
Salamanca me habian procurado una reputacion de calavera de todos los
demonios.--Casado ya, mi vida tomo un giro enteramente diverso del de
hasta entonces. Desde luego fui nombrado sindico del gremio de
zapateros, procurador municipal de dos pueblos agregados a este
ayuntamiento, vocal perpetuo de una junta de parroquia, tesorero de la
Milicia Cristiana y asesor jurado de una comision calificadora para los
delitos de sospecha de traicion a la causa del Rey. Con todos estos
cargos me puse en roce con las personas mas importantes de la ciudad y
me dieron entrada en _palacio_, que era todo mi anhelo ya mucho tiempo
hacia, porque Su Ilustrisima era hombre de gran eco entre las gentonas
de Madrid, y lo que por su conducto se averiguaba en Santander, no habia
que preguntar si era el Evangelio. Tenia Su Ilustrisima tertulia diaria
de ocho a nueve de la noche, y la formabamos un medico muy famoso por
sus chistes, que hablaba latin _como agua_; el P. Prior de San
Francisco, hombre sentencioso y de gran consejo; un abogado del Rey,
caballero de Carlos III; mi humil
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