os comediantes ... y nadie volvio a
acordarse de ellos. ?Pero usted cree que cuando el Intendente, lleno de
jubilo, entro por la noche en la tertulia, hallabamos medio de hacerle
tomar la parte que nos correspondia de los mil reales? iQue si quieres!
Fue preciso que Su Ilustrisima se lo suplicara con mucho empeno.--"He
hecho una obra buena, decia; ?que mejor aplicacion he podido dar a esa
parte del caudal que el Senor me ha confiado?..." Le digo a usted que
era todo un bendito de Dios el senor Intendente.
Reime de veras con el sucedido de los comediantes.
--?Es posible--dije a don Pelegrin--que tal idea se tuviese entre
ustedes del teatro?; ?que asi le tomasen como foco de desmoralizacion?
--?Y que le dire yo a usted?--me contesto:--entre nosotros no faltaba
quien dijera, como ustedes hoy, que era, mas que escuela de vicios,
catedra de moralidad; pero, sin embargo, yo opinaba mejor (y cuidado que
no soy fanatico) con el padre Prior que decia, cuando de ello le
hablaban: "Podran los devotos del teatro asistir a el como a una catedra
de virtudes; pero lo cierto es que en ninguna parte se predica mas moral
y mas clara que en el pulpito, y si se pusiera la entrada a dos cuartos,
tal vez ni los monaguillos nos escucharan." De todos modos, el pueblo no
echaba en falta esos pasatiempos: ?a que empenarnos en darselos cuando,
por lo menos, le habian de crear una nueva necesidad?
--Segun ese sistema--repuse,--aun estariamos como el indio Caupolican.
Sepa usted, don Pelegrin, que es un deber para el nombre adoptar todo
aquello que puede dar ensanche a su inteligencia. Los progresos
materiales....
--Ya parecio el peine--me interrumpio con cierto despecho;--icomo si
hasta que ustedes vinieron al mundo no supiera el hombre lo que era
dignidad!
--No se ofenda usted, don Pelegrin, y oigame con calma. En todos tiempos
y en todas epocas ha habido hombres ilustres: no hago al talento ni a la
dignidad patrimonio de nuestros dias; pero ?a que en los suyos echaban
esos mismos hombres muchas cosas de menos?; ?a que hallaban un vacio en
la sociedad, como si adivinaran algo de la gran revolucion que muy
pronto iba a operarse en las costumbres? Usted mismo....
--iQue vacio ni que calabaza!--exclamo mi viejo amigo, verdaderamente
sulfurado, y con unos ademanes que no me dejaban duda de que habia
cometido una torpeza en tocarle este resorte, precisamente cuando
necesitaba e iba yo a saber grandes cosas de la tertulia de Su
Ilustrisi
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