no y _desenmallar_ sardina en el verano.
Precisamente su resistencia a este empleo era lo que mas provocaba la
ira de la tia Carpa, que proyectaba sacar un buen pescador de su hijo, a
quien, _velis nolis_, habia ya matriculado, y, por ende, sujetado a las
ordenanzas de la Comandancia de Marina.
Semejante idea preocupaba mucho a Cafetera, quien, como todos los de su
laya, no concebia que ningun tribunal del reino alcanzase hasta el
Muelle de las Naos con su vara, al paso que no podia recordar sentado y
con paciencia la cara del Capitan del puerto.
La carcel publica es para ellos un bulto mas en la poblacion pero los
rebenques y los chicotes de a bordo, iira de Dios!, cosas son que les
hacen temblar y no de frio. Hubierale a el dejado libre de toda
persecucion el cabo de mar, y a fe que en poco tiempo, burlando la
vigilancia de lo terrestre, se _embarba_, como el decia, de raqueo; y
hasta comprado hubiera el almacen de hierro viejo, maximun de las
fortunas, segun se creia en el Muelle de las Naos. Pero como no sucedia
asi, los meses corrian y hasta los anos, y Cafetera, lejos de llegar a
capitalista, perdio los ultimos pingajos de su vestido, ganando en
cambio muchas nociones de baraja y no pocos titulos de borracho sobre el
que ya tenia bien merecido.
Entonces comenzo a mirar con desaliento la mezquindad de la Darsena, y
la penuria de su explotacion legal. Sucediale algo de lo que al jugador
que, acostumbrado a poner grandes cantidades a una carta, mira con
aversion el corto salario que en la sociedad le proporciona el ejercicio
de su profesion.
En fuerza de meditar sobre su situacion concluyo por tirar su cesto a la
mar; y sin otras armas que su ligereza de manos y de pies, se lanzo a lo
sublime del arte.
De todo habia en su nueva esfera de accion, especialmente de zozobras e
inquietudes, dandoselas, y no flojas, la mala _traduccion_ que sus
obras hallaban en el almacen de marras, unico punto adonde el se atrevia
a llevarlas, porque en la poblacion del centro seguro estaba el de que
no pasaban.
Todo, sin embargo, iba hallando colocacion detras de los montones de
estopa del almacen, aunque a muy bajo precio por ser genero de _mala
venta_; pero no pudo haberla para el objeto de la ultima campana de
Cafetera.
Esto traia volado al raquero, que no sabia como deshacerse de el; pues
ni regalarle queria, ni tirarle al mar, sin indemnizarse de los peligros
que corrio al trincarle en la camara de popa de un buqu
|