freata que estan aforrando en el paredon--contesto Cafetera
con la mayor sencillez, guardandose los cuartos en el faldon de la
camisa y escupiendo por el colmillo.
Para evitar tiempo, papel y paciencia, diremos que en fuerza de acosar
y prometer el uno, acabo el otro por ir largando trapo, hasta que del
ultimo remiendo de los calzones saco un magnifico cronometro de
bolsillo, alhaja que, sin conocerla, le habia dado tanto que discurrir.
A su vista, el buen senor quedose haciendo cruces y bendiciendo a la
Providencia en sus adentros.
Despues de prometer a Cafetera la compra como este decia, del
_estrumento_, mandole que le siguiera para entregarle el dinero, lo cual
hizo al punto lleno de jubilo el incauto raquero, sin sospechar lo que
le habia de suceder, cosa que le hubiera sido muy facil al ser tan
diestro conocedor de los atributos de un comisario de policia como de la
verdasca de un cabo de mar.
Grande fue la sorpresa del pilluelo cuando, siempre al lado del presunto
comprador, llegaron a detenerse en la Capitania del puerto.
Alli fueron los sobresaltos y congojas; tanto que, a no estar muy listo
el grave senor de las borlas, se queda sin su presa, que ya andaba en
trazas de escurrir el bulto.
Entregado este y el cronometro a la autoridad, declaro Cafetera, llamose
a Pipa y a Michero, cantaron todos de plano, y fueron al punto
conducidos a la carcel, de donde despues de algunos meses de reclusion,
salieron ... a tirar del _Bombo_ de la Carraca.
Alli estuvieron tres anos agarrados a la maroma, hasta que, satisfechos
sus jueces y la vindicta publica, los mandaron de retorno a su pais con
algunos vicios de mas y mucha vergueenza de menos.
Su primer pensamiento al pisar el patrio suelo, fue para el Muelle de
las Naos; pero no fue poca su sorpresa cuando, en el colocados;
comenzaron a examinarle en todas direcciones.
La escollera de Maliano, la estacion del ferrocarril, el nuevo empedrado
y otras reformas hechas precisamente mientras duro la condena de los
pilluelos, era lo que ellos no podian comprender; mas lo que extravio
sus razones hasta el extremo de llegar al espanto, fue la aparicion, por
la Pena del Cuervo, de un monstruo silbando y arrojando nubes y fuego
por la cabeza. No atreviendose a pronunciar una sola palabra, miraronse
los tres sobrecogidos cuando notaron que el monstruo se acercaba a paso
de gigante. Entonces perdieron la brujula; grito Pipa "iaguanta!" y se
dieron a correr pensando
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