las costumbres de su
juventud, y sin darme cuenta de lo que me sucedia, halleme con que me
iba interesando el viejo don Pelegrin. ?Y como no interesarme si es la
mejor cronica del pueblo, la unica tal vez que nos queda? Desde entonces
estreche mas mi trato con el, y di en agobiarle a preguntas. Pero el
bendito senor, sea efecto de sus anos o de su caracter vehemente, tiene
la costumbre de comentar todo lo que dice y de meterse a filosofar y a
hacer digresiones sobre la cosa mas trivial; de suerte que nunca pude
obtener un cuadro exacto y bien detallado del Santander de antano, tal
como yo le queria para darsele a mis lectores, seguro de que me le
agradecerian como una curiosidad. Lo mas acabado que salio de su
descriptivo-critico ingenio, es lo que ustedes van a leer (si tanta
honra quieren dispensarme).
Malo o bueno, ello es de la propiedad de don Pelegrin, y en el declino
mi responsabilidad....
II
Despues de un vago preambulo, exclamo asi el buen senor:
--Mire usted, amigo mio: yo no estoy literalmente renido con esa
batahola infernal, con ese movimiento que forma hoy la base de la
sociedad en que ustedes viven, no senor: comprendo perfectamente todo lo
que vale y el caudal inmenso de ilustracion que representa; pero esto no
puede satisfacer las humildes ambiciones de un hombre de mis anos.
Desenganese usted, yo no puedo menos de recordar con entusiasmo aquellas
costumbres rancias, tan ridiculizadas por los modernos reformistas:
ellas me nutrieron, entre ellas creci y a ellas debo lo poco que valgo y
el fundamento de esta familia que hoy me rodea, y, aunque montada a la
moderna, respeta mis _manias_, como ustedes dicen, y me permite vivir
cincuenta anos mas atras que ella. No tengo inconveniente en decirlo:
mis vigilias, mis anhelos, todos mis afanes materiales han sido y aun
son para mis hijos; pero lo demas.... iAh!; lo demas, incluso el traje,
como usted esta viendo, todo lo rindo en honor de aquellos felices
tiempos de mi juventud.
Dicho lo cual sin resollar y con visible emocion, don Pelegrin, como de
costumbre, diserto sobre la sencillez de las costumbres de sus tiempos,
afanandose por convencerme de que eran mucho mas recomendables que las
nuestras, con la cual intencion, asegurandome que la historia de los
hombres de entonces, socialmente considerados, era, _plus minusve_, una
misma en cada categoria, trazome de la suya lo que _ad pedem literae_
voy a copiar:
--A los diez y siete anos--d
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