comodo.
Y al borde mismo del estanque permanecimos algun tiempo, escuchando
el suave rumor del agua.
No viene al caso referir nuestra vida en aquella finca durante la
semana que en ella pasamos; solo dire que durante seis noches, y
aproximadamente a la misma hora, se repitio el incidente de la
primera, cosa que nos intrigo de tal modo, que nos propusimos
descubrir al nocturno asmatico. Juzgo Antonio lo mas acertado
ordenar a un tal Paulino, muy adicto suyo y hombre de toda
confianza, que pasara la noche en mi estancia, en el umbral mismo de
la puerta-ventana, para ayudar a aclarar el molesto, si bien un
tanto ridiculo misterio.
Era la ultima noche que ibamos a pasar en San Javier, puesto que
debiamos regresar a Mexico el dia siguiente, y me meti en cama con
animo de descansar, indiferente al suceso que tan repetidas veces
habia turbado mi sueno.
La tos, esa noche, me parecio mas fuerte y rebelde que en las
anteriores. Al saltar del lecho, vi con satisfaccion que Paulino
tambien la oia, pues estaba sentado sobre su estera, con asombro
dibujado en sus facciones. Salimos los dos y recorrimos la galeria,
sin encontrar persona alguna, y con el extrano caso de que el hombre
que tosia parecia seguirnos durante todo el trayecto.
Cansados de buscar, regresamos a la estancia, y al traspasar el
umbral, la tos que el misterioso personaje padecia, aumento de tal
manera que oimos claramente que se ahogaba; esa horrible tos
degenero en ronquido, en _estertor_, y repentinamente se oyeron
maullar, chillar horriblemente, en todas las disonancias
imaginables, un crecido numero de gatos. Yo hubiera jurado que habia
un centenar de esos animales alrededor nuestro. Torne a salir al
corredor con la seguridad de ver sus ojos fosforescentes entre las
sombras de la arcada; pero nada se veia. Arrecio el horrible
desconcierto; oi algo se desplomaba, y al volver la mirada, vi que
Paulino, hincado de rodillas en medio de la estancia, con los brazos
en cruz, y el mayor terror dibujado en su rostro, exclamaba
con pavor:
--iVirgen Santisima! iEl amo viejo, el amo viejo!
Hay sucesos en la vida, que cuando se recuerdan pasados los anos y
con espiritu sereno solo presentan un aspecto risible. Pero yo jamas
olvidare que aquella noche, al oir el estertor de un hombre
invisible, el horrible maullar de cien felinos y los acentos de
terror de un pobre indio, la sangre se helo dentro de mis venas,
erizaronse mis cabellos, se estremecio todo mi
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