to la tristeza de su rostro, y el
prior lo miro a menudo en el refectorio.
Cuando se hallo, por fin, en la soledad del _Scriptorium_, tomo los
pinceles con mano tremula y, sobre el estirado trozo de vitela,
quiso reproducir una vez mas las iluminaciones del misal del
monasterio y del Libro de horas de la Reina de Francia; mas nada
pudo lograr. Sus dibujos parecian los dibujos de un nino.
Dejo caer los pinceles, y reclinando su tonsurada cabeza sobre los
brazos, empezo a sollozar amargamente. Sus lagrimas cayeron sobre el
pergamino, manchandolo lastimosamente y haciendo mas borrones en sus
malogrados dibujos.
iCuantos dias paso Fray Baltasar en aquel amargo estado de animo!
iCuantas noches sin pegar los ojos! Los diarios quehaceres de la
vida conventual no pudieron hacerlo olvidar su pena: ni los
versiculos de los Salmos ni las oraciones del Oficio. Un dia se
encamino a un prado, cercano al monasterio, en el cual crecia gran
numero de flores de diversas especies, y estas quizas, le recordaron
las que tantas veces habia trazado, idealizadas, en breviarios y
misales, pues nuevas lagrimas de dolor nublaron sus ojos. Largo
tiempo estuvo Fray Baltasar entregado a su honda pena y olvidado por
completo de la regla monacal; de pronto, suave claridad parecio
iluminar su mente, y postrandose de hinojos exclamo:
--iOh, raza pigmea y miserable de mortales! ?No has comprendido,
pecador Baltasar, que si Dios te ha privado de tu arte, ha sido
unicamente porque te recreabas en admirar tu obra y enorgullecerte
de ella? iOh, vanidad de vanidades!
Despues de haber cumplido la penitencia que el prior le impusiera
por haber quebrantado la regla, penetro en su celda, para probar
ligero descanso. Al poco tiempo, tocaron a maitines, y el fraile
quiso levantarse de su duro lecho, mas se nublo su vista, y sintio
desfallecer... Y su vida fue apagandose lentamente....
Mientras los frailes daban sepultura al cadaver de Baltasar en la
cripta del monasterio, el prior se encamino al _scriptorium_, para
recoger la obra del iluminador, suponiendola no terminada. Pero
hallo la foja de pergamino orlada de exquisita y delicada labor, la
mas maravillosa, sin duda alguna, que trazaron los pinceles de
Fray Baltasar.
EL PAPAGAYO DE HUICHILOBOS
A MARIANO SILVA
Cuando el Duque de Ayamonte me nombro bibliotecario y archivero de
su ilustre casa, crei que mi vida iba a deslizarse tranquilamente en
los bajos
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