le estruendo
rasgara las nubes, y una bandada de alados serafines bajara para
llevarnos, a Matilde y a mi, al paraiso.
FRAY BALTASAR
A MARGARITA DE LA PENA
Fray Baltasar estaba perplejo ante su pupitre, en el _scriptorium_
del monasterio. Hora tras hora, habia querido reproducir sobre el
estirado trozo de vitela que tenia delante, aquellas iluminaciones
que adornaban sus breviarios y misales y le proporcionaran renombre
artistico. No hacia un ano que terminara un _Libro de horas_ para la
Reina de Francia, que fue asombro de aquella Corte, y ahora, ino
podia trazar la mas insignificante florecilla! iEl, que habia
logrado pintar dentro de la inicial de _Stabat Mater_ el rostro de
la Madre de Dios, con tanto primor y arte, que se veian rodar las
lagrimas por las mejillas de la Dolorosa! iEl, que habia orlado los
versiculos del _Magnificat_ con follajes y roleos inconcebiblemente
diminutos!
Una y mil veces ensayo de nuevo, mas nada pudo lograr. Con un hondo
suspiro, se dispuso a guardar sus penolas, pinturas y pinceles, y en
ese momento oyo la campana que llamaba a maitines.
--iSeis horas sin lograr nada, penso. Dios me perdone esta perdida
de tiempo!
Se encamino al coro lentamente, pensando sin cesar en su facultad
perdida. Entonaron los frailes los suaves canticos rituales; nubes
de incienso se difundieron por las naves del templo; pero aunque
Fray Baltasar quiso concentrar su atencion en el oficio, volaba su
imaginacion y sentia grande angustia al pensar que su arte, tan
maravilloso que asombraba al mundo, habia desaparecido, quiza
para siempre.
Termino el oficio, y los frailes lenta y silenciosamente abandonaron
el coro y atravesaron como sombras los vetustos claustros, para
internarse en sus celdas, a descansar breves momentos. Fray
Baltasar, cabizbajo, penetro en su retiro y se recosto en la dura
tarima que le servia de lecho; la fatiga y la tristeza pesaron sobre
sus parpados y el sueno le proporciono momentaneo alivio.
Pero pronto desperto con estremecimiento, y creyo oir una voz que
decia:
--iAlabado seas, Senor, por nuestra hermana la luna y las estrellas,
que en el cielo has formado claras, bellas y preciosas!
El fraile se levanto de su duro lecho y se puso en oracion, hasta
que, a traves de la ventanilla de su pobre celda, vio palidecer la
luna y las estrellas.
El dia siguiente cumplio sus deberes con la mayor exactitud, pero el
hermano Gilberto, el novicio, no
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