o pongas esa cara... No me refiero a tu...
novia. Esa es una criatura, y como tal no sabe lo que hace. ?Pero
sabes de que viven?
--iNo! Ni me importa, porque aunque seas mi padre...
--iBah, bah, bah! Deja eso para despues. No te hablo como padre sino
como cualquier hombre honrado pudiera hablarte. Y puesto que te
indigna tanto lo que te pregunto, averigua a quien quiera contarte,
que clase de relaciones tiene la madre de tu novia con su
cunado, pregunta!
--iSi! Ya se que ha sido...
--Ah, ?sabes que ha sido la querida de Arrizabalaga? ?Y que el u otro
sostienen la casa en Montevideo? iY te quedas tan fresco!
--i...!
--iSi, ya se, tu novia no tiene nada que ver con esto, ya se! No hay
impulso mas bello que el tuyo... Pero anda con cuidado, porque puedes
llegar tarde!... iNo, no, calmate! No tengo ninguna idea de ofender a
tu novia, y creo, como te he dicho, que no esta contaminada aun por la
podredumbre que la rodea. Pero si la madre te la quiere vender en
matrimonio, o mas bien a la fortuna que vas a heredar cuando yo muera,
dile que el viejo Nebel no esta dispuesto a esos traficos, y que antes
se lo llevara el diablo que consentir en eso. Nada mas te
queria decir.
El muchacho queria mucho a su padre a pesar del caracter duro de este;
salio lleno de rabia por no haber podido desahogar su ira, tanto mas
violenta cuanto que el mismo la sabia injusta. Hacia tiempo ya que no
ignoraba esto: la madre de Lidia habia sido querida de Arrizabalaga en
vida de su marido, y aun cuatro o cinco anos despues. Se veian aun de
tarde en tarde, pero el viejo libertino, arrebujado ahora en sus
artritis de enfermizo solteron, distaba mucho de ser respecto de su
cunada lo que se pretendia; y si mantenia el tren de madre e hija, lo
hacia por una especie de compasion de ex amante, rayana en vil
egoismo, y sobre todo para autorizar los chismes actuales que
hinchaban su vanidad.
Nebel evocaba a la madre; y con un extremecimiento de muchacho loco
por las mujeres casadas, recordaba cierta noche en que hojeando juntos
y reclinados una _Illustration_, habia creido sentir sobre sus nervios
subitamente tensos, un hondo halito de deseo que surgia del cuerpo
pleno que rozaba con el. Al levantar los ojos, Nebel habia visto la
mirada de ella, en languida imprecision de mareo, posarse pesadamente
sobre la suya.
?Se habia equivocado? Era terriblemente histerica, pero con rara
manifestacion desbordante; los nervios desordenados repiquetea
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