necesitar auxilio de nadie. Insistia el
senor a pesar de estas sesudas advertencias, contestaba el
aldeano, poniendo la mas viva resistencia, cuando la presencia
[25] de dos o tres carromateros que por el camino abajo tranquilamente
venian conduciendo una galera, puso fin a la
cuestion. No debia de ser grande el peligro, cuando tan
sin cuidado venian aquellos, cantando alegres coplas; y asi
fue en efecto, porque los tiros, segun dijeron, no eran disparados
[30] por los ladrones, sino por la Guardia civil, que de
este modo queria cortar el vuelo a media docena de cacos
que ensartados conducia a la carcel de la villa.
--Ya, ya se lo que ha sido--dijo Licurgo, senalando
leve humareda que a mano derecha del camino y a regular
distancia se descubria.--Alli les han escabechado. Esto 11
pasa un dia si y otro no.
El caballero no comprendia.
--Yo le aseguro al Sr. D. Jose--anadio con energia el
[5] legislador lacedemonio,--que esta muy retebien hecho;
porque de nada sirve formar causa a esos pillos. El juez
les marea un poco y despues les suelta. Si al cabo de seis
anos de causa, alguno va a presidio, a lo mejor se escapa,
o le indultan y vuelve a la Estancia de los Caballeros. Lo
[10] mejor es esto: ifuego en ellos! Se les lleva a la carcel,
y cuando se pasa por un lugar a proposito... "iah!
perro, que te quieres escapar... pum, pum".... Ya
esta hecha la sumaria, requeridos los testigos, celebrada la
vista, dada la sentencia.... Todo en un minuto. Bien
[15] dicen, que si mucho sabe la zorra, mas sabe el que la toma.
--Pues adelante, y apretemos el paso, que este camino,
a mas de largo, no tiene nada de ameno--dijo Rey.
Al pasar junto a las Delicias, vieron, a poca distancia del
camino, a los guardias que minutos antes habian ejecutado
[20] la extrana sentencia que el lector sabe. Mucha pena causo
al zagalillo que no le permitieran ir a contemplar de cerca
los palpitantes cadaveres de los ladrones, que en horroroso
grupo se distinguian a lo lejos, y siguieron todos adelante.
Pero no habian andado veinte pasos, cuando sintieron el
[25] galopar de un caballo que tras ellos venia con tanta rapidez,
que por momentos les alcanzaba. Volviose nuestro viajero
y vio un hombre, mejor dicho, un Centauro, pues no podia
concebirse mas perfecta armonia entre
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